Capítulo 6

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Unos sonoros golpes en la puerta de su habitación hacen que Diana se despierte. Se sobresalta y se sienta en la cama. Posa la mano en la almohada y la nota mojada. Enfoca la vista para ver qué es esa sustancia y, al comprobarlo, suspira. Ha vuelto a dormir con la boca abierta. No quiere pensar en cómo olerá su aliento.

-¡Diana! ¿Estás ya lista? ¡Hoy tenemos que aprovechar el día al máximo! Nos vamos de excursión.- la voz de Yeó retumba en las paredes de la habitación de piedra.- ¿Estás visible?

-¡No!- Diana se levanta de golpe y se lava la cara, quitándose con esmero las legañas. Además, hace varias gárgaras y se enjuaga la boca para disminuir el "dulce aroma" de su aliento. Se fija en la ventana intentando averiguar la temperatura para elegir lo que debe ponerse. El sol indica que es un día cálido. 

-¡Pues cámbiate y date prisa o pillaremos carabana!- el muchacho la apremia mientras Diana se vuelve hacia el armario. No pierde mucho el tiempo para elegir lo que ponerse y escoge una camisa verde pálido y unos pantalones negros. A continuación se recoge el pelo con una cinta del mismo color que la camisa y se hace una coleta alta.

Cuando Yeó iba a volver a llamar a la puerta, ella sale. El chico aún tiene la mano suspendida en el aire. 

-Sí que has tardado lo tuyo.

-Sí, bueno...- Diana recuerda que anoche se acostó tarde (en la Tierra) porque estaba repasando para un examen de filosofía.- Ayer estuve estudiando para un examen del instituto.

-Un examen, ¿es cómo una prueba?

-Sí, podría decirse que sí.

-Pues debes tener en cuenta que también tienes "exámenes" en este mundo y que tienes que repartirte mejor tu tiempo. Vives en dos mundos a la vez. Tienes que ser más responsable.- Yeó parece ofendido y la mira con seriedad.

Ella no sabe qué decir y baja la mirada. Mete las manos en los bolsillos y evita establecer contacto visual. Tras un instante de silencio, Yeó estalla en carcajadas con la risa más contagiosa que Diana ha escuchado en su vida. Parece un duende.

-Oh, vamos, sólo bromeaba. Debías haber visto tu cara, era un cuadro.- el chico está llorando de la risa y se frota los ojos. Diana también ríe, primero con timidez y luego se une a las carcajadas de su amigo.

Después de serenarse bajan las escaleras mientras que Yeó le pasa una manzana a modo de desayuno.

-Y...¿dónde vamos?

-Es una sorpresa.- el joven le sonríe de forma pícara, arrugando la nariz. Sus ojos intentan parecer misteriosos pero en ellos se puede apreciar que se está riendo para sus adentros.

-¿No me puedes dar una pista?

-Nop. Perdería toda la gracia. Está cerca, no tendrás que esperar mucho para averiguarlo.

-¿Pues a qué estamos esperando?

***

Mira que es bocazas.

Yeó camina a gran distancia de ella y de vez en cuando se gira para meterla prisa. A Diana le falta el aliento. No está acostumbrada a hacer senderismo y el camino por el que el joven la está conduciendo tiene muchas cuestas y rocas que complican la travesía.

Están en el bosque y, aunque llevan caminando toda la mañana, aún se puede ver a lo lejos la silueta de la escuela. Por si fuera poco, Yeó quiere llevarla al corazón del bosque, y aún no le ha dicho qué es lo que hay allí.

-¡Diana! ¿Cómo vas?- el joven se ha parado y está moviendo los brazos hacia arriba y hacia abajo para indicar su posición. Aunque lo hace en vano, pues ella le puede ver perfectamente.

Lo que tus ojos se llevaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora