*ULTIMOS CAPITULOS* capitulo 30- Tu boca es solo mía, y mi boca es toda tuya.

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Me encontraba en la semana veintisiete (casi veintiocho) de mi embarazo, y desde ya podía decir que la sentía con pesadez e incomodidad. Transpiraba el doble de lo que hacía antes, mi espalda dolía tanto que hasta tuve que dormir sentada en varias ocasiones y mis pies se encontraban tan hinchados que tuve que andar descalza la mayoría del tiempo. Casi no quería levantarme en las mañanas porque siempre me sentía fatigada y cansada, y precisamente hoy no era la excepción a los síntomas.

Según la Dra. Bagda tenía que evitar a toda costa hacer mucho esfuerzo y estresarme de cualquier forma; también me programó una cesárea para dentro de dos semanas ya que, aparentemente, mis bebés casi no tenían espacio en la bolsa, crecían a toda velocidad y estaban obteniendo más volumen. La Dra. Bagda me aseguró que ese era un procedimiento normal en estos casos, aunque eso no me quitó los nervios en cuanto a dar a luz; estaba muerta del miedo y no quería pasar por esto sola, lejos de mi familia. Con cada minuto que pasaba sentía que ya era hora de volver a casa, llevaba demasiadas semanas de silencio entre Ruben y yo. Estaba   actuando como una inmadura (o al menos eso era lo que me decía mamá siempre que la llamaba por teléfono), y ya era hora de poner fin a mis días de “buscar espacio”. Ruben se había portado como caballero y me había dado mi espacio tal y como le pedí y se sentía como que ya era tiempo de regresar.

Con el pasar de los días me estaba poniendo más y más lenta, me quedaba dormida en el momento justo cuando mi cabeza tocaba la almohada, y apenas podía levantarme a la mañana siguiente. Me sentía como una carga para los Sres. Ross y no quería que tuvieran que lidiar con lo que sería el parto o cualquier dolor que comenzaba a sentir últimamente. Así que ese mismo día llamé a Rita, la única en la que podía confiar por los momentos, y esperé a que ella atendiera el teléfono.

—¿Hola? —fue lo primero que me dijo a través del teléfono. Su voz se escuchaba preocupada y desde ya podía admitir que extrañaba su compañía al igual que la de Shio y Mindy.

—¡Rita! —chillé, emocionada.

—¿____? —su voz pasó de preocupada a incrédula— ¿_____ Green?

—Es Doblas ahora, ¿recuerdas? —le dije por bromear, aunque la broma me dolió en el alma. Era cierto, era una Doblas.

—¡Santos girasoles, chica! Llevo semanas de no escuchar tu voz. ¿Dónde, en la tierra, estás? Nos estás matando a todos. No puedo creer que nos hagas esto, ¿por qué te apartaste de esa forma?

Me mordí el labio y miré en dirección a la cocina, en donde La Sra. Ross cocinaba panqueques y cantaba alguna canción italiana mientras batía la mezcla. Inmediatamente me sentí peor que antes.

—Lo siento. Supongo que la situación ya se me salió de las manos, y era por eso que quería hablar contigo.

—Bien, aquí me tienes. Derrama tus pensamientos antes que te ahoguen, cuéntame el por qué tengo que consolar a tu esposo cada día para evitar que se colapse.

Volví a morder mi labio de forma exagerada y apreté el teléfono contra mi oreja.

—Solo quería saber si me podrías hacer un favor. ¿Podemos no hablar de Ruben en estos momentos? —supliqué.

—Bien —contestó ella de mala gana—, pero para que lo sepas, Marie se ha pasado mucho tiempo visitándolo. Ella y Nicole se están llevando de las mil maravillas y hasta la lleva a comer helado siempre que puede.

Las palabras de Rita se sintieron como un golpe directo al pecho, con fuerza y provocando daño a mi adormecimiento.

—¿Qué? ¿Marie? —repetí, incrédula, olvidando momentáneamente sobre el favor a pedirle—. Nicole no se le puede acercar a ella ni de broma. Marie no es buena para nadie.

❤️❤️Prohibido enamorarse de Ruben doblas ❤️❤️ [[TERMINADA]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora