I

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"Aprieto mis labios mientras pellizco la palma derecha de mi mano,

Siento algo en mi corazón, el causante de no dormir,

Miro el cielo y luego a mí en unos años observando las estrellas,

Me produce melancolía, hasta que logro controlarlo ya entrado en la madrugada. "

CAPÍTULO I

—No puedes poner una pastilla triturada en mi café —exclamo en tono enojado contra mi hermana, señalando la taza de color blanco con café lleno en su mayoría.

—Lo-lo siento —su mirada está en la taza, culpabilidad en su expresión.

---No puedes hacer eso, ¿entiendes?

—Deberías tomar tus pastillas entonces —habla rápidamente refiriéndose al frasco color blanco sostenido en su mano derecha.

—Lo hago Helen, no hay necesidad de triturar una pastilla y colocarla en mi café.

El enojo está saliendo en cada palabra, aprieto mis puños mientras trato de tranquilizarme.

Antes de que pudiera decir algo más y herir a Helen, decido darle la espalda y salir de la cocina en dirección a mi habitación, dejando a Héctor confundido ante la escena.

Suspiro después de cerrar la puerta a la vez que me dirijo a tomar asiento en la silla situada frente a mí escritorio.

Lo primero que observo es la libreta de color negro y el bolígrafo del mismo color, tan solo observarlos se produce un destello en mi interior que me provoca ganas de escribir.

Y eso hago, comenzando con un verso, seguido de ideas que no tardo en plasmar hasta que la primera estrofa está terminada.

Desahogo mis emociones en cada palabra, desahogo mi enojo, una inspiración que está en mis manos y en mi mente hasta que hay un poema.

Sin embargo, no lo leo, sólo paso a la siguiente hoja que muestra una superficie color blanco como la nieve, en la cual pronto estará un poema ahí.

En lugar de escribir mi segundo poema del día, decido mirar el cielo; un lienzo diurno con nubes pasajeras anunciando que la noche y las primeras estrellas aparecerán.

Eso significa que en unos minutos saldré por la ventana de mi habitación por la parte trasera de la casa y simplemente caminaré en dirección a aquel lugar.

Acomodo la sudadera color negro mientras camino por el jardín de la casa de mis abuelos. En unos cuantos segundos escalo la cerca color blanco y pronto estoy sintiendo el viento que revuelve mi cabello en el otro lado.

Introduzco mis manos a los bolsillos de la sudadera, pequeñas exhalaciones salen de mi boca con aliento que sale en vapor de color blanco, clara señal del frío que hace.

.

En medio de la zona más alejada por los árboles avanzo por el parque hasta que ubico el lugar de siempre.
Tomo asiento detrás del árbol con la marca de un corazón en medio.

Escucho sonidos de pisadas aplastando hojas y pequeñas ramas cerca de donde me encuentro, lo que indica que él ha llegado.

—Supongo que he llegado tarde, me disculpo —su característica voz no tarda en recorrer el silencio.

Evan Woods.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora