Beauty and the Beast

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Antes que pudiera reaccionar, el hombre saltó contra mí en busca de mi garganta. Las garras que tenía en lugar de dedos intentaban alcanzar alguna parte de mi cuerpo, pero en cada movimiento que hacía para acercarse a mí, lo empujaba con mi antebrazo a duras penas. A esa corta distancia podía sentir el asqueroso olor que desprendía ingresar indiscriminadamente por mi nariz, no muy diferente al de los demás cuerpos en descomposición que antes estaban en los pisos superiores. Alcé la vista ligeramente para fijarme en sus ojos, dos bolas verde azuladas con un potente brillo producto a la adrenalina que este poseía. Podía ver mi reflejo en ellos, notando el vacío que había dentro de él.

Gruñí con fuerza al percibir como clavaba sus dientes en mi antebrazo. No estaba para jugar con lo que sea que fuera ese seudo hombre. Gracias a mi súper fuerza, usé mi mano libre para plantarle un golpe en el estómago, dejándolo jadeando a unos metros de donde él estaba hace escasos segundos. Sin dudar, caminé hacia él y rodeé su cuello con mi mano, elevando su cuerpo varios centímetros y sin posibilidad de escapar. Apreté la mano, viendo como jadeaba como animal en busca de una salida. Lo fulminé con la mirada. —¿Quién eres y cómo es posible que no estés muerto como los demás?

Y por respuesta solo obtuve gruñidos y mucha saliva. Lo solté sin preocupación, dejando estampar su delgado y huesudo cuerpo contra el sonoro piso de metal, lo que provocó que el golpe retumbara por el resto de la habitación. El hombre salió huyendo, apenas tuvo la oportunidad, a la esquina más apartada de donde yo estaba, asustado y algo enojado. Suspiré, relajando el rostro. —Lo siento. No era mi intención lastimarte, pero me mordiste —miré la herida de mi brazo, notando como lentamente se iban uniendo los dos pedazos de carne que habían quedado ligeramente separados. Preferí apartar la mirada e ignorar el dolor.

Me acerqué a paso lento donde el hombre, intentando no ahuyentarlo. Hice caso omiso al olor nauseabundo que volvía a entrar por mis conductos nasales. —¿Quién eres? —nuevamente pregunté. Me miró a los ojos sin emitir ni un solo sonido. Seguí intentado obtener una respuesta—. ¿Qué hacías allá atrás y qué te ha pasado? —apunté al cuarto donde encontré encerrado al hombre apenas se desactivó la seguridad. ¿Qué se supone que hacía ahí? O mejor dicho, ¿Qué hacían los hombres de esta base con él?

El hombre no dijo nada, pero pareció ser que ya no tenía miedo de mí. Solté un suspiro cansado antes de levantarme en busca de alejarme de él para respirar un poco. Él no era algo normal, eso ya lo sabía. Conocía perfectamente la esencia del ser humano como para saber que, lo que sea que está delante mío no es un humano, o no por completo.

Miré a mi alrededor en busca de indicios de información sobre ese hombre, cayendo en la cuenta de una pequeña cajonera de metal. La miré con atención antes de acercarme con paso decidido. Abrí el primer cajón y me topé con una gran cantidad de carpetas de un horrible color amarillo desteñido y con unas grandes letras rojas en ellas que decían CONFIDENCIAL. Tomé la más cercana a mí y la comencé a leer.

Lo primero con lo que me encontré fue con la imagen de una pequeña niña llorando en blanco y negro. La fecha que aparecía ahí data del año 1951. Pero eso no fue lo que más me impresionó, si no el encabezado de la hoja. —¿Experimento uno?

En el papel se detallaba meticulosamente la forma en la que, un tal doctor Chuster, aplicaba una lobotomía en la niña para intentar mejorar la capacidad de ella, una niña con un serio problema mental. En la nota el doctor habla de cómo mintió a sus padres para hacerles creer que ella iba a ser curada con ese método, cuando en realidad trataba de hacer mucho más con ella.

Traté de evitar leer los detalles, saltando al final del papel, donde una última nota yacía escrita en tinta roja. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. —El experimento no sobrevivió más de una semana. Es necesario encontrar otro sujeto de investigación.

El traidor (La caída del Cielo #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora