Amelie pensó que entrar a ese lugar iba a resolver todos sus problemas. Por primera vez desde que llegó a París quiso ser una chica que rompe las reglas, entra al lado prohibido y consigue una mirada de lujuria y no unos signos de dolar en los ojos de los chicos con los que pasa el tiempo.
Mientras estaba mirando lo que se iba poner para salir ahí afuera y dejar que un hombre posea su cuerpo y su virtud, recordó las palabras del director antes de firmar el contrato.
«Puedes usar el vestidor para cambiarte. Elige lo que quieras, total terminaras sin el al final de la película»
Se sorprendió al saber que iba a empezar ese mismo día. No es que se quejara, pero le pareció extraño que no le dieran un tiempo o algo así.
Era más que evidente que el señor Jefferson buscaba su propio beneficio, sus ojos reflejaban el símbolo del dolar y obviamente no le importaba su virtud porque dijo: —Una virgen como tú puede valernos oro en el mundo de las películas románticas.
Hace tan sólo una semana había estado despidiéndose de América y ahora estaba despidiéndose de su virginidad. Tan fácil como sonaba. Parada ahí no parecía tan fácil escoger ese traje que se ajustaba a ella. En la zonas de los pechos no se ajustaba ninguno; el de ella no eran tan grandes y rebosantes como lo hacía parecer aquellos trajes.
Jefferson le había mostrado un corto vídeo antes y sabía que ella iba a ser sólo un doble para la chica que iría antes de ella. No es que se sintiera muy bien con eso, pero era lo que había. Y ella quería poner en práctica todo lo que sabía sobre actuación. El director le había dicho que los espectadores debían estar conectados con el personaje.
«Sentimientos y emociones más reales frente a la pantalla»
Ahora solo debía tratar de ajustar ese hermoso conjunto de lencería fina que encontró entre todas las cosas nuevas del gran armario. Jamás usaría ropa que estuviera sin su etiqueta o que fuera de segunda mano, así que separó los paquetes de ropa nueva de la ropa que estaba suelta.
Sus instintos le decían que corriera, que huyera de aquel lugar que profería un olor carnal por todos lados, pero una parte de ella quería vivir y tomar un riesgo por primera vez en la vida, algo en lo que pudiera centrarse y contarles a sus amigos después que no sean de sus aburridas clases en la universidad.
Cuando la chica nueva que mencionó que había abandonado su trabajo para estudiar verdadera y real actuación le proporcionó información sobre el edificio en donde trabajaba, que casualmente era donde filmaban todo tipo de películas. La chica había tenido un lugar importante en el set, pero lo había abandonado porque no era lo suyo. Amelie la había mirado como si estuviera loca por dejar algo por lo que muchas chicas como ella matarían por tener, así que se aventuró a hacer el casting y por alguna razón fue la primera en llegar y ser admitida. Demasiado fácil, se dijo.
Se alegró por aquella oportunidad y prometió dar su mejor esfuerzo.
Se aplicó por el rostro un poco de maquillaje que la hacía lucir bonita; así el hombre con el que estará no podrá ver a través de ella y toda su farsa, no verá a una mujer distinguida de la alta sociedad para tratar como un diamante, verá a una joven mujer buscando un camino a través de la fama con mucho encanto y cuerpo para el trabajo. Alguien a la que desear y tomar. Sin complicaciones.
Salió al pasillo el cual conducía a las salas del rodaje porque pensó que un tour por el edificio no estaba fuera de los límites, ya que el director le dio serias instrucciones de esperar a que alguien la llamase cuando fuera su turno. Su piel picó a través de la tela de su albornoz rosado. No había un alma en el pasillo y se estremeció, ¿dónde estaban todos?
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La chica perfecta
Historia CortaCuando te dicen la palabra "Playboy" ¿En qué piensas? Es bastante obvio que te imaginas a un mujeriego ganándose la vida quitándose la ropa para un público femenino y disfrutando de ello. Jamás imaginarías a uno de esos tipos tratando de ganarse la...