Sir Cocodrilo.

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En algún lugar del Nuevo Mundo.

―Aquí tienes lo que pediste ―dejó la copa sobre la mesa con el borde manchado de labial.

Cocodrilo dirigió una mirada incrédula a la chica, a esa mujer de verdad le gustaba provocarlo a todas horas.

―El whisky tan temprano te dañará el hígado ―(...) rodeó el escritorio y se sentó en una esquina, de modo que cruzó las piernas bajo la atenta mirada de su jefe y ella sonrió coqueta―. A pesar de lo que piensas, me preocupas.

―¿Acabaste? ―preguntó el pelinegro mientras apagaba el puro en el cenicero.

(...) levantó una ceja cuando Cocodrilo le puso una mano sobre la rodilla y muy despacio la incitaba a separarlas para él.

―Veo que no tienes ganas hablar, jefe.
―No sabes cuándo callarte, ¿verdad, (...)?

―Contigo a punto de hacer «cosas» divertidas me pone nerviosa, y ¿sabes qué es lo más absurdo? ―(...) le facilitó el trabajo y bajó la cremallera delantera del vestido por completo y terminó quitándoselo. Su cabello quedó suelto por los hombros y Cocodrilo la contemplaba mientras ella lo seducía con la mirada―. Que no es la primera vez que hacemos esto.

(...) se agarró a los reposa-brazos del sillón de cuero y se sentó sobre las piernas de Cocodrilo, comenzó quitándole la camisa al tiempo que lo besaba de una forma muy provocativa, lamiendo y dejando pequeñas marcas hasta su mandíbula.
Él no dijo nada pues (...) tenía toda la razón. Había pasado más de año y medio desde que se escapó de la prisión y en su viaje al Nuevo Mundo se encontró con aquella joya de mujer.

La hija de uno de los mayores criminales de los bajos mundos, el socio principal del Flamenco. Kaido.

No tardó nada en caer en sus juegos seductores, además siendo sincero si (...) no le hubiese hecho caso estaba seguro que él habría ido tras ella.

Ese cuerpo curvilíneo que se amoldaba al suyo a pesar de ser muy grande era perfecto, sexy y fácilmente le daban ganas de hacerlo con ella en todas partes.

Cocodrilo uso el brazo del garfio para rozar con cuidado la mejilla rosada de (...) que cerró los ojos, después (...) los abrió y sin dejar de ver a Cocodrilo a los ojos le pasó la lengua por el filo del garfio.

Muy despacio repitió el movimiento, podía sentir como «aquello» crecía en los pantalones de su amado jefe y se apretaba contra su pelvis.

―Te quiero dentro de mí.

(...) lo besó con fuerza. Tenía que convencerlo de que lo necesitaba, de que ambos se necesitaban en aquel momento. Él se apartó y le lanzó una mirada que implicaba sospecha.

Sospechaba de las intenciones de esa mujer y hacía bien en ello.

(...) era la tan hermosa como letal y embustera. Pero en definitiva era «su» embustera.

―Te quiero dentro de mí.

―No tienes que repetirlo dos veces, mujer ―replicó el moreno. Tiró todo lo que había sobre la mesa y depositó a (...) con cuidado sobre esta, para después colocarse sobre ella―. Quítame la ropa.

No esperó ni dos segundos, en tiempo récord ambos estaban sin ropa. A punto de unirse. Otra vez.

―Enreda los dedos en mi pelo ―le ordenó a ella.

(...) obedeció sin rechistar y sus manos se perdieron en la manta de cabello negro y húmedo. Cocodrilo le lamió los labios, (...) gimió y le tiró del pelo en respuesta.

One Piece x Lectora (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora