Roronoa Zoro.

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 A bordo del Sunny.

(...) estaba en el puesto de vigía mientras comía lo que Sanji tan gentilmente le había preparado. Nunca se cansaba de sus reacciones tan cómicas aunque un poco lascivas.

Cosa que por alguna razón ponía de muy mal humor a Zoro, el sexy espadachín. Dicho hombre no le hacía ni el mínimo caso. O eso pensaba ella.

―Oh, esto está delicioso. Sanji es el mejor cocinando ―murmuró (...).

―Sólo es un sándwich, nada de otro mundo.

―¿Te molesta lo que digo? ―preguntó (...) ingenua sin dejar de comer.

Zoro no respondió.

―Tengo curiosidad, Zoro ―habló la chica después de varios segundos―. No me soportas, ¿verdad? Te molesta que se uniera a la tripulación de tu adorado capitán la mujer que te capturó hace tiempo, ¿no es así?

Él de nuevo no respondió. Estaba demasiado ocupado pensando en las formas que mataría a cierto cocinero.

Sabía que entre (...) y Sanji había algo. Algo que a él no le gustaba pero no tenía el valor suficiente de decirlo en voz alta. Sin decir una palabra se fue dejando a (...) muy confundida y curiosa.


―Creo que te pasa algo. Conmigo.

Zoro siguió con los ojos cerrados y se tensó visiblemente al sentir que (...) se sentaba a su lado. Como siempre se evitaban no hablaban mucho.

A lo sumo sólo se dirigían más de una la palabra cuando Sanji estaba de por medio.

El cocinero era como un hermano para la chica y en una ocasión le comentó lo que sentía por el espadachín. Obviamente Sanji le dijo que estaba algo decepcionado por sus gustos con los hombres pero aceptó ayudarla.

Aunque no había servido de mucho, ya que sus intentos por hacer explotar de celos a Zoro no daban el resultado deseado.

―Si, que me has interrumpido ―rezongó el peliverde con fingida irritación.

(...) sintió un pinchazo en el corazón y ahogó las ganas de llorar que tenía.

―Lo siento.

En esa ocasión Zoro abrió los ojos y observó a (...) mientras se levantaba y se alejaba de él.

«Genial imbécil, la has cagado», se dijo a sí mismo Zoro.

Se puso de pie y fue en busca de la chica para arreglar las cosas. Sin embargo, gracias a su maravilloso sentido de la orientación tardó más de lo esperado. Cosa que le dio tiempo suficiente a (...) de ir a la habitación de las chicas, ducharse en el baño con sauna y volver para cambiarse.

Pero lo que encontró sentado en su cama al abrir la puerta la dejó pasmada.

―¿Qué estás haciendo aquí, Zoro?

Él levantó la vista y se sonrojó al ver a (...) envuelta en una toalla con la piel humedecida y un moño malhecho que dejaba suelto unos mechones de su hermoso pelo pegados a su nuca.

Zoro permanecía analizando el cuerpo de (...) con una mirada oscura... intensa. Provocando un millar de sensaciones en el bajo vientre de la chica.

―Tú... bueno no..., yo ―comenzó el espadachín con torpeza.

Esa mujer lo dejaba sin habla.

Se escucharon las risas de algunos compañeros.

(...) pasó el umbral y cerró en cuanto vio a Luffy y Chopper que comía algodón de azúcar acercándose a la puerta.

One Piece x Lectora (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora