valor

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Habían pasado semanas desde que se propuso ir a verlo: "¿Por qué me pongo nervioso al acercarme a su local?" Pensó mientras se frotaba su pelo negro y desordenado: ¡al diablo! Se dijo a sí mismo y se armó de valor para caminar hacia su objetivo, el motivo de sus divagaciones... ese "desconocido" que le hacía temblar cada vez que pasaba por el lugar del primer encuentro.
Al entrar al local se sintió como un pequeño minino que, al entrar a su nuevo hogar, se escabulle hasta llegar al primer rincón seguro que encuentra. Miró a su alrededor buscando algo familiar: "Pero que me pasa... desde cuando me altera tanto estar..." la voz de una mujer lo distrajo de sus pensamientos.
- Bienvenido al café Paris ¿qué desea tomar?
- oh... si... ammm... traigame un te de manzanilla.
- ¿algo mas para acompañar?

- no... nada
- ¡enseguida se lo traigo!- dijo la mesera y se retiró con una sonrisa en el rostro.
El vaivén del vapor que emanaba el mate seducía la atención de Leonardo mientras que el aroma de la manzanilla despertaba la primera sonrisa natural del día en el pelinegro. Rodeó con ambas manos la delicada vajilla y se sintió realmente calmado, cerró los ojos, recordó la vez que , siendo un niño, viajó junto a su madre a Venecia. Recordó la calidéz del sol que sentía mientras viajaba en góndola por las calles acuáticas de aquella ciudad: "si bien era intenso pero no quemaba... junto con el aroma de mar me acariciaba el rostro, jamás me había sentido realmente felíz" suspiró.
-¡hola! Hasta que por fin te animas a entrar.
- ho...hola- dijo Leonardo miemtras volvía en si
Al ver de nuevo el rostro de Miguel se percató que aquel hombre moreno en realidad tenía rasgos bastantes delicados, sus cejas eran finas y no tan gruesas, el color negro intenso de sus pupilas disimulaba la dulzura de su mirar y para rematar esa sonrisa amplia y confortante: "este hombre mata" pensó, Miguel lo miraba desde el otro lado de la mesita que los separaba; apoyado en ambas manos le dijo:
- creí que no volvería a verte
Leomardo lo miró atónito: "¿en verdad estaba esperándome?" -bu... bueno yo...
- no te preocupes tú serás siempre recibido aqui más por lo que sucedió aquella vez- dijo sonriendo - pero ¿no tienes hambre? Si quieres tengo croissant de queso y jamón o si prefieres una hamburguesa...
- no no gracias...
Mmmm... ¿te gusta el chocolate?
-¿chocolate?- dijo Leonardo sonrojado con un gesto de quien acaba de oir su mayor debilidad, Miguel lo miró y sonrió de forma pícara, se acerco bastante a él:
- estoy a punto de cerrar el local y despachar a mis empleados ¿por qué no me esperas aqui? Te dare algo realmente delicioso... - le dijo mientras lo miraba a los ojos, un volcán erupcionó en el pecho de Leonardo tiñiendo de rosa sus mejillas pálidas: -cla... claro- miguel rozó su mejilla con sus labios, lo miró nuevamente y esta vez lo vió con ternura: -espérame...- y se retiró a concluir sus funciones mientras que Leonardo, aún en shock, lo seguía con la mirada.
Un silencio invadió el pequeño local, se habían quedado solos. Miguel se acercó a Leonardo:
-¿cómo te llamas?
-Leonardo...
-sigueme Leo...
Lo llevo atrás del local y, para la sorpresa de Leonardo, había un pequeño patio con bastantes flores detrás del local.
-vaya... si que tienes un pequeño jardín aqui...
-jajajaja así es... aqui puedo plantar las hierbas que uso en mi cocina además este espacio no puede verlo nadie por los edificios continuos asi que es bastante privado
- ya veo...
Miguel tomó su mano y lo llevo hacia una mesita con dos sillas y lo sentó
-vamos a jugar algo ¿te parece?
Leonardo lo miró algo sorprendido y sólo pudo asentir a lo que Miguel se acercó a el y le puso una venda en los ojos
- sabes... desde aquel día en que nos chocamos no pude dejar de pensar en ti- dijo el moreno mientras se daba el gusto de acariciar el pelo de aquel tipo sonrojado y Leonardo se estremesió.

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Esa Sonrisa Tuya (Yaoi) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora