—A la cuenta de tres todos os vais corriendo a toda pastilla —dijo Celeste mirando a sus amigos. Todos estos, nerviosos, asintieron a lo que dijo.—Celeste tu plan no va a funcionar —la chica rodó los ojos al escuchar a Carlo—. Los policías ya están aquí.
—Uno... —ignoró al chico que lo miraba con seriedad—, dos... —todos empezaron a guardar todo lo robado—, tres... —y sin previo aviso todos comenzaron a correr.
Celeste miró hacia atrás y vio como los policías comenzaron a correr hacia ellos. Ella solo se limitó a guiñarles un ojo y mandarles un beso.
—Ya podemos parar —dijo cuando vio que ya estaban demasiado lejos para que los policías los pudieran pillar.
—¿A dónde estamos? —preguntó la chica de su lado, Abril.
—Estamos en la Calle Diamantes, Primera Clase —respondió Lei, el que siempre tenía una respuesta para todo. Todos pensaban que para ser de Clase Baja era bastante listo.
—Es la primera vez que entramos por aquí. Así que no me sé esta calle —se encogió de hombros Celeste.
—Claro, como eres tan lista nos has metido aquí. ¡Magnífico tu plan! —aplaudió Carlo con ironía.
—Eres un idiota —respondió en un susurró.
—¿Qué me has dicho pequeña sanguijuela? —el chico se acercó a ella peligrosamente. Cuando estaban a escasos centímetros la chica no se movió. No se dejaría intimidar.
—Chicos, dejad de pelear por favor —dijo Abril mientras que los separaba.
—He encontrado el camino —todos giraron hacia el asiático confundidos—. Si, esa carretera nos llevará hacia el puente y sin ningún problema nos llevará hacia nuestra clase —todos asintieron y comenzaron a caminar.
—Yo no entiendo para que nos dividen en estupidas clases —escuchó que alguien decía.
Celeste quiso responder a esa pregunta pero no pudo hacerlo. Porque ella tampoco sabía el porque de separarlos, cuando todos ellos eran iguales, eran humanos.
Pero lamentablemente la sociedad los separó por clases; Clase Baja de ahí venían ellos, para poder vivir tenian que ir a robar. Ellos no querian, pero no tenían ninguna opción. Después estaban los de Clase alta que eran los mas poderosos de toda sociedad, de todo mundo. Eran los que se hacían cargo de ellos, si es que se pudiese decir así.
Suspiró y comenzó a mirar todo su alrededor. Ya no sentía ninguna pizca de envidia cuando pensaba en todas las personas que vivían en esas casas lujosas. Estaba feliz de algún modo, se había acostumbrado con el tiempo.
Paró de caminar al ver a unos chicos en un gran parque jugando con un balón. Los observó por un rato hasta que sintió como algo rebotaba en su cabeza.
Frotó la parte dañada y miró el objeto redondo que tenía entre los pies. Lo agarró y lo miró por un rato. Era su primera vez tocando un simple balón.
—Lo siento, no era mi intención hacerte daño —alzó la vista encontrándose con un chico de su edad. No bastante alto, ya que solo le sacaba un par de centímetros. Su piel era bastante blanca con algunos lunares esparcidos. Tenía el cabello color rubio que le llegaba hasta los hombros. Unas cejas pobladas pero finas y unos labios finos y rosados se veían en su rostro. No era muy atractivo pero había algo que llamaba mucho la atención de la joven que lo miraba con detalle. Podrían ser sus ojos pequeños y achinados color aqua.
—No pasa nada —respondió Celeste aún mirando los ojos del muchacho.
—¿C-cómo te llamas? —iba a responder cuando sintió como alguien la agarraba del brazo.
—Pensaba que eras tonta, pero ahora lo acabo de confirmar —escuchó la voz de Carlo. Se soltó de su brazo y miró a su amiga Abril que la miraba fijamente.
—¿Que hacias hablando con alguien de Clase Alta? —la rubia preguntó con tranquilidad. A lo que Celeste comenzó a sentirse incómoda.
—Chicos, vámonos ya estamos cerca —dijo Lei cortando la tensión entre sus tres amigos. Asintieron mientras que comenzaban a correr hacia el camino a casa, el lugar en el que les correspondían.
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Diferentes
Teen FictionNo debí de haberte conocido nunca. Porque desde ese dia me impedias arreglar cada sueño roto. Porque hacias que tuviera nuevos sueños que cumplir y no reparar. Y eso me atormentaba mucho.