Gabriel junto a su hermano Marcko bajaron del gran coche. Sin despedirse cada uno fue por su camino. Ya era costumbre no verlos tan unidos como antes eran.
Sonrió al ver a sus mejores amigos esperándolo en su taquilla. Caminó rapidamente hacia ellos—. Buenos días —los abrazó, o como decían, un abrazo entre hombres.
—Buenos días Briel —dijo Izhan.
—Que no me llames así —le reprochó el rubio de mientras que abría su taquilla para agarrar todo lo necesario.
—Hola Gab Gab —giró al escuchar la voz de Leia, una muchacha con la que tenía una relación bastante complicada de entender.
—Y se queja de nosotros —escuchó como susurraba Javier a su lado—. Nos vemos despues Gab Gab —rodó los ojos ante la burla de su mejor amigo.
—Buenos días Leia —sacó su media sonrisa que enloquecía a la chica. Sin previo aviso atacó los labios del muchacho. Aunque él tampoco se lo impidió.
Celeste se levantó de la silla al escuchar unos toques en su puerta. La abrió y se sorprendió al ver a Carlo.
—Buenos días Celeste —sonrió tímidamente, Celeste lo miró con el ceño fruncido.
—¿Qué haces aquí?
—Buenos días a ti también Carlo —intentó imitar su voz, aunque claramente fracasó—. Pues los chicos se han ido a las construcciones y nos han dejado plantados a ti y a mi.
—¿En serio? A mi no me han dicho nada —reprochó la morena.
—Entonces he pensado en dar una vuelta por ahí ya que solo estamos nosotros dos del grupo —asintió y cerró la puerta detrás suya.
La verdad que se sintió algo decepcionada por el abandono de sus amigos. Aunque en parte también era su culpa ya que despertó muy tarde. Además tampoco pensó que estaria con la compañía de Carlo.
Sin pensarlo giró su rostro para observar al chico que estaba de perfil. Se rió al recordar su pequeño enamoramiento hacia él cuando era pequeña.
Aunque tampoco tenía la culpa su pequeña yo, ya que el muchacho era bastante atractivo; piel morena al igual que ella, una estatura bastante alta. Con su cabello negro y mechas color marron oscuro. Ojos color miel con un toque verde, dependiendo del clima en que los observeras. Una mandíbula bastante marcada, junto con unos labios gruesos y gordos.
—Me siento violado ahora mismo —despertó de sus pensamientos.
—¿Y ahora tú qué dices?
—No me paras de mirar —se cruzó de brazos.
—Es que me pareces tremendamente feo —mintió la chica. Carlo fingió estar ofendido, a lo que rió.
—Claro, y tu eres preciosa —dijo con ironía.
—Gracias, aunque era broma. Me pareces atractivo —admitió aunque se sorprendió al ver como se sonrojaba—. ¿Te has sonrojado? —soltó una carcajada.
—No, es que hace mucho calor. Aunque tu también me pareces atractiva pequeña sanguijuela —le dio un codazo suave—. Pero te queda fatal la ropa de riquilla.
—Peor te ves tú con traje —se rieron mucho más fuerte—. La verdad que no es tan malo pasar tiempo contigo —le regaló una de sus sonrisas sinceras.
De mientras que esas dos personas pasaban el tiempo entre risas y burlas, Gabriel estaba junto con sus amigos en el tiempo de descanso.
—¿Qué te traes con Leia? —preguntó Roberto mientras que mordía su gran bocadillo de jamón y queso.
—Nada, lo mismo de siempre. Tampoco es que sea algo muy serio —se encogió de hombros y giró la cabeza para mirar a la muchacha.
—Bueno, todos los chicos quieren algo con ella y solo se limita a rechazarlos. Está colada por ti —frunció el ceño.
—No creo —negó con la cabeza. Cuando Leia notó la mirada del rubio, levantó la mano haciendo un gesto para saludarlo.
—Aunque no los culpo, no está mal —rodó los ojos al escuchar a Roberto. Aunque tampoco es que mintiera. Leia estaba bastante bien, tenía un cuerpo delgado y formado gracias al deporte que practicaba, natación. Su piel era bronceada por los días de playa y entrenamiento. Su cabello castaño casi rubio. Unos ojos marrón oscuro, que parecían negros, sin ninguna expresión. Unos labios pequeños y bastante rellenos que ya había probado varias veces.
—A mí no me gusta —respondió pensando en la muchacha de sus sueños.
—Claro ahora te has enamorado de la chica de ayer —dijo Izhan con burla.
—A mi me pareció guapa y con el vestido que llevaba se notaba que tenía un buen cuerpo —Gabriel en ese momento sintió una pequeña molestia en su interior. Era la primera vez que sentía algo asi por una chica.
Sus amigos y él tenían la costumbre de hablar de todas las chicas del instituto, también de sus siguientes conquistas. Pero él no quería que hablaran de ella.
Gabriel, Izhan, Javier y Roberto eran los mas conocidos en Lluis Vives, uno de los centros mas importantes de todo el país. Aparte de ser los hijos de Los Primeros, eran los más atractivos. Gabriel se aprovechaba de eso en algunas fiestas al igual que sus amigos. Pero nunca tuvo algo serio, ni tampoco quería eso. No quería hacerle cuentos a ningua muchacha para despues decirle que en verdad él no sentía nada por ella.
—Briel, ¿estás bien? —preguntó Javier al notar su repentino silencio. Él asintió y se levantó de la mesa para dejar su bandeja en el limpiador y después marcharse sin más.
—Gab, ¿hoy puedes quedar? —miró a la muchacha de su lado que lo miraba con picardía.
—Lo siento Leia pero hoy no puedo —sonrió y le dio un pequeño beso antes de subirse al coche negro.
Después de unos minutos escuchó la puerta cerrarse, giró y vio la presencia de Marcko.
Si las personas no los conocieran pensarían solo eran simples desconocidos. Pero en verdad eran hermanos, tenían la misma sangre corriendo por sus venas.Ademas la gente no miraba el parecido que tenían. Ya que lo primero en lo que se fijaban era en los ojos y en el cabello de los hermanos. Marcko tenía la misma nariz y los mismos labios que su hermano mayor. Pero tenia los ojos color azul claro y su cabello negro era corto, era lo que les diferenciaban.
Marcko y Gabriel en cada lado que fueran siempre llamarían la atención. Porque claro, eran los hijos de Los Primeros y no solo eran eso, sino que eran los fundadores de su clase.
Gabriel no entendía mucho el tema de las clases ni tampoco le interesaba mucho. Solo sabía muy poco por la materia de historia y bueno, porque sus padres tambien se hacían cargo de la Clase Baja.
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Diferentes
Teen FictionNo debí de haberte conocido nunca. Porque desde ese dia me impedias arreglar cada sueño roto. Porque hacias que tuviera nuevos sueños que cumplir y no reparar. Y eso me atormentaba mucho.