Gabriel salió a su patio junto con su balón. Miró la pared y comenzó a tirar el pequeño objeto redondo causando mucho ruido. Pero en una lo lanzó bastante fuerte haciendo que éste rebotara hacia afuera.
Suspiró y abrió la puerta del patio para salir. Aunque gracias a su mala suerte el perro blanco escapó de su casa. Cuando se percató de lo ocurrido corrió detrás de su mascota.
Celeste corría sola por aquella calle. Sus amigos se habían ido por otros caminos, ya que al parecer hoy habían bastantes guardias rondando por las calles del mercado y para despistarlos un poco decidieron ir por separado. Al parecer los hombres se percataron que los jovenes estaban metiendo productos en sus mochilas y no les dio mucho tiempo para que Celeste contara.
Cuando ya se estaba cansando se metió en el patio de una casa ajena y dio gracias cuando vio que había una pared cubriéndola. De nuevo, sintió como algo redondo y pequeño rozaban sus pies. Frunció el ceño y miró hacia abajo percatándose de que era un balón pequeño.
Lo agarro como cuando vio un balón en el parque, la diferencia era el tamaño. Observó como la palabra Briel estaba escrita.
—¿Biel? —dijo intentando leer las letras.
—No, es Briel —subió la mirada nerviosa al escuchar una voz conocida. Celeste abrió los ojos sorprendida al percatarse de que era el muchacho de aquel parque.
Mientras que Gabriel sentía felicidad y nervios a la misma vez. Lo que tanto ansíaba estaba delante suya, pero al parecer no sabía que decirle o como actuar.
—P-perdona pero estás en mi patio —sintió las ganas de estamparse la cara por la pared.
—Lo siento es que... —se quedó callada sin saber que palabras utilizar. Tampoco podría decirle que se estaba escondiendo en su patio porque un guardia la estaba persiguiendo, eso estaba bastante claro.
Aunque ignorando la mirada del desconocido caminó hacia la pequeña puerta para ver si la calle estaba despejada. Sonrió al notar que ya no había nadie que pudiera perseguirla. Pero claro, aún seguía aquel muchacho que podría decir algo. Rezó para que la ropa ridícula que llevaba sirviera para algo.
—Yo, tengo que irme —dijo señalando la puerta. Intentó no mirarlo a los ojos, ya que su mirada la hacía sentirse incómoda.
—Espera, dime primero como te llamas por favor.
—Celeste —salió dejando a ese chico con una inmensa sonrisa.
Carlo y los otros esperaban nerviosos a su amiga llegar. Estaban bastante preocupados ya que hacía mucho que no llegaba.
—¿Se habrá perdido?
—No creo es muy lista —respondio Carlo mordiéndose la uña, un hábito no muy saludable.
—¿Quién se ha perdido? —todos giraron al instate al escuchar la voz de Celeste—. No me sabía bien el camino —se encogió de hombros—. Además para subir todas esas rocas cuesta mucho.
—Estábamos preocupados —dijo Carlo mirándola con seriedad.
—Tranquilo
—¿¡Cómo qué tranquilo? ¿¡Y sí te pillaban!? —dio un salto del susto. Lo miró sorprendida viendo como el moreno se iba deprisa. Lei junto con Abril fueron tras él.
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Diferentes
Teen FictionNo debí de haberte conocido nunca. Porque desde ese dia me impedias arreglar cada sueño roto. Porque hacias que tuviera nuevos sueños que cumplir y no reparar. Y eso me atormentaba mucho.