La barrera

Capítulo 5: La 'Fiesta'

Entramos a la morada de Franco, estaba totalmente impecable, mi padre hacía un buen trabajo manteniendola.

Básicamente, cuando nombrabamos la casa de Franco, era para hablar sobre alguna juntada, o fiesta, sus padres vivían de viaje, muy rara vez y momentáneamente se encontraban en casa; siempre que estaban allí, mantenían una placentera charla con papá.

No había nadie en su casa además de nosotros, pero seguramente llegaría más gente.
Un pedido de que le ayudara a colgar globos en las cortinas confirmaron mi suposición. Este tipo de eventos me gustaba mucho, por que Franco y yo tenemos los mismos amigos... aquí nadie, ni nada se burlaría de mí.

Victoria estaba pasando música a un pendrive, ella se encargaba de las rolas, conocía a la perfección el gusto de cada uno, y podía permanecer pacífica ante cualquier estilo de música, ningún género le disgustaba.

Franco estaba cocinando las pizzas y puso varios snacks en recipientes con forma de cubo, luego puso la mesa.

- Me voy a bañar, colegas, os encargo que si alguien toca la puerta lo recibaís. Eso sí, que pasen al baño de abajo, no vaya a ser cosa que se les de por subir y se encuentren con una... ya sabeís, sorpresilla, je.

Ambos manifestamos una expresión que a Franco disgustó, básicamente le haciamos notar lo malo que fue su chiste.

Ambos nos quedamos sin nada que hacer, asi que puse música pop, que nos gustaba a ambos, Victoria manifestó con su cuerpo gusto con la música que sonaba y empezó a bailar sincronizando con la música.

-¡Que buen tema! - Dijo Victoria mientras meneaba su cabeza.

Yo observaba sus movimientos de baile que eran un poco bruscos, pero me abstuve de hacer un comentario burlista, pues el baile no era lo mío, era una madera con patas.

Mantuvimos una charla sobre un grupo que nos gustaba a los dos, hasta que tocaron la puerta.

-¡¿Quién es?! - Dijimos al unísono
- ¡Cami! ¿quién más? !Oh, está abierto!

Cami entró con dos bolsas, repletas de alcohol. Su padre era jefe de "Johansenn", una marca que en su tiempo era internacional, actualmente de sigue produciendo a menor escala en el distrito alemán de Bardelombre, que gozaba de mejor situación económica. El padre de Cami era alemán, La madre española. Ella era una chica bastante tímida y reservada, pero muy calculadora, lo tímido se le iba cuando el alcohol hacía efecto en su cuerpo. 
Más adelante fueron llegando más amigos, los mismos de siempre, por así decirlo. Empezamos con las tradicionales charlas sobre juegos de estrategía tales como "CraftWar", "The Empire Age" y "Robot Massacre". En todos estos destacaba por sobre el resto de mis amigos, siempre jugaba con Hinkel, era mi mano derecha en estos juegos, era un tanque de guerra, siempre a la vanguardia con su extremadamente excesivo poder ofensivo. Franco se dedicaba a los Shooters, era imbatible en cualquier juego en el que disponías de un arma de fuego.

Yo reía con todo lo que escuchaba, estar con ellos me llenaba el alma.

- El otro día el boludo de Devon me hizo lo mismo de siempre, pero pude zafar, Alex vino de la nada y se lo llevo con él - Contaba la anécdota mientras terminaba mi trago - ¿Qué extraño no? Siempre es él quién lo atrapa, jamás lo he visto siendo frenado por otro que no sea Alex.
- ¡Es verdad! - Gritaba Jeff, el erudito - Es extraño, pero siempre aparece cuando Devon está cerca tuyo.
-Distinto es que Devon mayoritariamente te moleste a vos, para mí que le gustás - Decía Jeanne, la bonita del grupo - aparte siempre te aprieta contra los casilleros, seguro te quiere... bueno, sabés a lo que me refiero. - Todos empezaron a reír con su acotación.

-¡Callate borracha! El pedo que tenes no te deja juntar neuronas.
-Pfff, ¿Quién las necesita?

-¡Bueno ya! Paren y sigamos jugando a "El Rey Manda" - Gritó Franco - Voy a barajar las cartas, el Rey tendrá el poder de hacer que todas las otras cartas estén a su servicio y hagan lo que él pida, ¿Entendido?

Todos asentimos, ya conocíamos el juego, era frecuente en cada encuentro, mi carta era el comodín, Franco había recibido el rey.

- Está bien, ordenó que... el comodín - Ya maldecía mi suerte - Bese a... el ocho.

Busqué y caí en la cuenta de que Jeanne tenía el ocho. Y bueno, mi instinto masculino me impulsó con ella.

-Hacela corta - Dijo Jeanne, mientras los otros se emocionaban cada vez más mientrás más cerca estaban nuestros rostros.

Nuestros labios estaban realmente cerca, pero de repente se escuchó el sonido de la puerta y Jeanne se ofreció a atender, la retuve, la besé rápidamente y yo mismo fuí a abrir... para mi sorpresa, era Ismael, un chico cuya personalidad chocaba con Franco.

-¿Se te perdió algo? - Dije en tono amenazante
-Nada que te interese, enclenque, déjame pasar y no te pasará nada grave.
-No me intimidás, nene rico - intenté ponerme firme
-¿Ah, no? - Isma se dió vuelta, amagando irse, pero al instante sentí su puño impactando en mi rostro. Caí al piso y los chicos se levantaron en mi ayuda, Franco salió afuera a pelear con Isma, pero él no venía solo, dos de sus amigos aparecieron y se unieron.
Jeff y Kei fueron a socorrerlo. Puñetazos bailaban en el aire, una que otra patada. La pelea era dispareja, Kei era Asiático y sabía artes marciales y Franco era el doble de los chicos con quienes se enfrentaba. Apareció un amigo más de Ismael, uno de ellos con un bate de béisbol y se unió a la pelea; Kei tiró una patada ascendente al mentón de uno de los contrarios y lo dejo pagando, pero luego recibió el impacto de el bate, que se rompió junto con la cabeza de Kei, que cayó de seco al piso. Yo estaba tendido pero consciente, me repuse y entré en la casa, agarre una botella y salí afuera, Jeff ya estaba tendido en el piso, tambien. Franco estaba solo contra dos, Isma y el recién llegado. Y allí estába yo, dudando, dudando como lo había hecho en todas las situaciones difíciles que se habían presentado en mi vida, pero algo en mí me impulsó a ir a asestarle un botellazo, y dejarlo sangrando en el piso, agonizando.
Me armé de valor y empecé a correr, y cuando ya estaba a una distancia corta, lo hice, el sonido de la botella reventando, los pequeños cristales incrustandosé en su cabeza, y como caía en cámara lenta al suelo. Todo ese recuento de cosas me producían satisfacción y sentí... felicidad, por haber sido fuerte por primera vez en mi vida.

Franco asestó un golpe en la boca del estómago del hombre restante, que se incó, dando la iniciativa a un puñetazo en su cara, acto siguiente sucedió. Cinco personas en el piso, solo dos de pie Franco... y misteriosamente, yo.