Capítulo 1 - "La ciudad"

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Capítulo 1 

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Capítulo 1 

"La ciudad"

Concentrada y decidida, aguardaba pacientemente su turno sentada en la vieja silla de hierro negro. No estaba asustada a pesar de lo doloroso que resultaba el procedimiento al que iba a someterse. Llevaba demasiado tiempo preparándose para ello tanto mental como físicamente, sus brazos así lo atestiguaban pues estaban plagados de pequeños puntos; heridas causadas con agujas que ella misma se había producido. Tenía dieciséis años desde esa misma mañana, o eso indicaba la Torre del Sol en el distrito El Mar Azul, una escultura imponente de bronce esmaltado e iridio, con innumerables relieves creados a partir de oro y platino.

No era fácil contabilizar el tiempo para los habitantes de la ciudad. Se calculaba mediante las sombras que se proyectaban en la gigantesca torre, producidas a partir de unas varas de oro que la rodeaban. Un año no comprendía un tiempo exacto y no existía un calendario oficial, por tanto la imposibilidad para asegurar que día era el aniversario de una persona era incuestionable.

Solo cuando la sombra de la vara maestra pasaba sobre el relieve adecuado se consideraba que había transcurrido un año y los periodos de tiempo que se sucedían entre estas fechas eran caóticos. El mínimo lapso de días del que se tenía constancia era de trescientas doce jornadas, el máximo de cuatrocientas dieciocho. A partir de la entrada de un nuevo año, y dependiendo del movimiento del resto de sombras que eran proyectadas por el total de las varas se podía predecir con cierta precisión el número de días que podría tener el nuevo ciclo, obteniendo de esta manera en que fecha aproximadamente se celebraría el aniversario.

La realidad es que solo las mujeres Trazajas se preocupaban de la exactitud de estas celebraciones, dado que debían someterse a la tradición de tatuarse el rostro llegada su mayoría de edad, y Koleks era una Trazaja de rasgos perfectos: su cabello era negro como como la noche, su piel blanca y lisa, su rostro hermoso y su mirada afilada.

Siempre había destacado por su belleza. Había sido la niña más hermosa de cuantas calles rodeaban a su vivienda, la más popular entre los chicos y la más envidiada por las chicas. A ella sin embargo esto no le importaba, incluso con el tiempo había llegado a resultarle desagradable. Era una mujer fuerte y valiente, siempre lo había demostrado, y la belleza o la conquista de hombres la aburrían profundamente.

Por suerte hoy era su día, se hacía mayor de edad, y el tatuaje del rostro acabaría con la superficialidad. Una vez marcada enseñaría al mundo que no era una simple cara bonita, todo lo contrarío, a partir de hoy el mundo conocería quien era Koleks Ak del distrito de los artesanos. Uno de los más poblados de la ciudad y sin duda el que más bienes producía dado el elevado número de talleres que llenaban las calles y edificios de la zona. Ella misma pertenecía a una familia que poseía un local donde confeccionaban ropas de un hilo grueso de cobre, ideal para cubrir las armaduras de los soldados o incluso para forrar el interior de cualquier prenda de hilo fino, dándole robustez y añadiendo una resistencia importante ante posibles ataques con objetos afilados. Los Ak's habían logrado cierta relevancia gracias a los productos de alta calidad que vendían, esto le otorgaba mejores contactos con productores de mejor metal, lo que a su vez mejoraba sus telas y mallas, logrando un circulo muy ventajoso. Sí, los Ak's vivían bien y eran respetados, aunque en el fondo koleks sabía que su apellido era uno más entre lo miles de Ak's de la ciudad.

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