Capítulo 13 - "La víspera"

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Capítulo 13

"La víspera"

Dara despertó sobresaltada, su corazón latía a toda velocidad y su cuerpo estaba completamente cubierto de sudor. Había vuelto a tener uno de sus agónicos sueños en los que debido a sus crímenes era detenida y juzgada.

Hacía mucho tiempo que temía al reposo nocturno, pues las pesadillas ─que se presentaban en multitud de formas─, impedían que descansara correctamente. En ellos, a veces eran sus victimas fantasmagóricas las que la acosaban, otras veces eran famélicos gnerios los que la buscaban para robar sus pertenencias e incluso llegaba a soñar que sentía una culpabilidad que en su vida real había desaparecido completamente.

Quedó tendida sobre la cama con la mirada perdida en la negrura del techo, esperando que la agitación disminuyera poco a poco mientras sostenía con su mano una pequeña figura de oro que colgaba sobre su pecho; regalo de la única persona que había amado en toda su vida.

A su lado podía notar el calor que emanaba del cuerpo de su marido con el que había pasado la noche. Recordó que había llegado a la cama tan borracho y puesto de TSD que le había sido imposible mantener relaciones con ella, y eso la había alegrado profundamente.

Nurtham era un hombre peligroso, diestro en el Don de la energía; capaz de sustentar de calor y luz a toda la ciudad, pero en el fondo era un hombre débil. Su poder aparente era casi ilimitado mientras que en lo más hondo de su ser era un pobre infeliz que recurría habitualmente a veladas donde el alcohol y las drogas corrían en grandes cantidades.

En su juventud había sido una especie de elegido; logró ser nombrado aprendiz con solo diecisiete años, y un lustro después ya era Miembro del Círculo. En aquel tiempo era capaz de generar suficiente energía para surtir a todas las fundidoras tanto de barrios obreros como del resto de la ciudad.

"Tal vez lo peor que le ocurrió fue ascender tan rápido" pensó Dara. Con veinticinco años era Ministro de Alto Rango y con treinta y tres Miembro del Cónclave. La corrupción política así como la posesión de autoridad lo tomaron siendo demasiado joven, y había pasado demasiados años corroyéndole las entrañas.

Fue nombrado Líder Supremo a los treinta y ocho, y desde entonces, durante toda una década, había gozado del mando de la ciudad.

Su matrimonio se consumó media década antes de su último ascenso, cuando ella contaba solamente con veinte años mientras que él tenía treinta y tres. No fue su boda soñada, de hecho le fue impuesta contra su voluntad ya que siempre estuvo enamorada de otra persona. A Dara no le gustaba recordar el pasado, pero era difícil no hacerlo cuando despertaba en mitad de la noche junto a un hombre que nunca había amado.

Decidió levantarse, y para ello tuvo que palpar en la oscuridad buscando su iluminador alquímico. Este era un aparato altamente complejo que producía una fuerte llama gracias a un deposito cargado con el Don de la energía generada por algún alquimista de bajo nivel.

Una vez lo hubo encontrado accionó el sistema de encendido y la luz abarcó toda la estancia. De esta manera pudo ver la puerta de la habitación para encaminarse hacia las escaleras que la llevarían hasta la terraza superior que coronaba su excesivamente grandiosa mansión. Quería ver amanecer y aquel era el lugar con las mejores vistas.

Se tumbó directamente en el suelo, y dejó a su lado la llama que había guiado su camino. La oscuridad del emplazamiento en el que se encontraba no eran tan elevada como en el resto de la ciudad, pues estaba en Mar Azul, su distrito natal, y las calles tenían un buen sistema lumínico.

Mientras esperaba dejó que su mente volara, y por una vez no lo hizo dilucidando en buscar formas de ayudar al desvalido, no, renegó de su proyecto de llevar un mejor suministro de agua a los barrios obreros, y también el de aumenta la cantidad de comida de calidad. Del mismo modo que luchó para apartar de su mente su otro trabajo, el purgar a la escoria más baja de la urbe, que mataba y robaba vilmente en las zonas marginales.

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