Prólogo: Aceptación

290 29 49
                                    


Hay momentos en la vida que quedan guardados para siempre en tu memoria, momentos que nos gusta recordar con una sonrisa: el primer día de escuela, el primer amor, viajes extraordinarios con tu familia, tus primeras travesuras como niño, las nuevas cosas que trae la adolescencia, las grandes fiestas con tus amigos, tu último año de escuela...

Pero también hay cosas desagradables, cosas que sería preferible borrar del halo de los recuerdos, pero que se quedan ahí, grabadas por la eternidad. Cosas como el maltrato sufrido por tus compañeros de la escuela, los problemas familiares, las peleas, los insultos. O quizá, cuando un asesino irrumpe en tu miserable vida, para hacerla peor con cada maldito segundo que pasa. Puede llegar un momento de tus días en el que te topes con una manada de bestias y locos, que lo único que quieren es destruirte a ti y a todos los que amas.

Pero no considero que esto último encaje con los recuerdos desagradables.

Siento que, a veces, sonrío al recordarlo. Que quizá era algo necesario para madurar, para renacer del fuego que ardía en el infierno de mi vida. Que, en realidad, fue algo bueno...

Seducir a la muerte fue una de mis más grandes experiencias.

Seduciendo a la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora