Se podría decir que la inocencia es un atractivo muy fuerte; para Viktor Nikiforov, es un atractivo insuperable, y cuando conoce a Yuri Katsuki, un chico de 24 años de cabello corto del color de la noche y unos hermosos ojos color chocolate, que con...
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― Sólo te digo que te pongas a pensar en la situación en la que te encuentras ― dijo aquel alfa peliplateado que se sentía bastante cómodo con la situación, mientras empuñaba un revolver calibre 360 sin que le temblara el pulso, apuntando a aquel hombre que le debía pagar varias cosas.
― Vik-Vikor, por favor ― dijo con voz temblorosa, sólo por el hecho de estar cara a cara con el gran Viktor Nikiforov. ― No me mates ― espetó mientras sus lágrimas de cocodrilo caían por sus mejillas, haciendo que se viera como el hombre más patético del mundo.
― ¿Por qué no hacerlo?, ¿acaso me das algún beneficio?, ¿algo que me sirva? ― Viktor no era muy conocido por su paciencia, estaba a punto de matar a aquel viejo que casi lo deja en la ruina.
Ese hombre se había hecho pasar por amigo de Viktor durante diez años, y lo había traicionado de la peor manera; pues casi acaba con su negocio, al igual que casi lo vende a la policía por tráfico y exportación de armas y drogas. Para él, ese hombre debía morir sin piedad alguna; la ira de haber sido engañado por tanto tiempo, lo tenía ciego.
― ¡Por dios, Viktor!, ¡haré algo!, lo que tú quieras, ¿qué deseas de mí?, ¡¿qué quieres?!
Viktor se quedó pensativo, pues si había algo que esa maldita cucaracha podía darle, así que alzó una ceja y se acercó lentamente a Katsuki
― ¿Sabes? Si hay algo que puedes darme. ― dijo Viktor y el hombre quedó intrigado, ya que era muy difícil complacer a Viktor Nikiforov. ― Recuerdo muy bien a tu hijo Yuuri ― afirmó el alfa, y aquel hombre quedó petrificado por su insinuación. ― Escuché que nació como un omega, ¿crees que su vida valga más que la tuya?
Un rotundo "¡No!" se vociferó en la mente de Yeang Katsuki, pero sabía que Viktor no sólo lo mataría a él, sino que también a su esposa e hijos los mataría.
― Tú me entregas a tu pequeño hijo y yo haré como que nunca nos conocimos.
Era una propuesta tentadora, perdonar la vida de toda una familia sólo por darle a su hijo menor. ¿Y si Yuuri vive con Viktor, tendría una vida mejor de la que él puede ofrecerle? La interrogante de qué debería hacer, estaba en su cabeza.
― Como sabes, no tengo hijos, así que no tengo ni puta idea de que estás pensando, sólo te diré una cosa, tienes hasta las seis de la tarde de mañana para pensarlo; si no me das respuesta alguna, lo tomaré como un no, y no sólo lo pagaras tú, sino también tu esposa e hijos, ¿quedó claro?
― Sí...― dijo Yeang en un tono que sería más como un susurro.
― ¡No te escuché! ― gritó Viktor en la cara de Yeang
― ¡SÍ! - gritó lo más alto que pudo con la cabeza gacha.
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Horas después de ese desagradable encuentro con Viktor, Yeang se encontraba cenando con su familia, solamente estaban su esposa Hiroko, sus dos hijos Mari y Yuuri, y él; eran una familia pequeña. El señor Yeang era doctor y la señora Hiroko era directora de una secundaria, así que podían tener una vida "cómoda", pero ese estilo de vida era el que se cuestionaba Yeang; pues Viktor podría darle una mejor vida a Yuuri, podría darle todo lo que él no puede darle; no estaba en una mala situación económica, pero como padre, sabía que Yuuri estaría mucho mejor con Viktor que con ellos; aunque por otro lado, sabía las intenciones que tenía Viktor con su querido hijo, quería su cuerpo nada mas, sólo lo quería como objeto sexual, y ese hecho hacía que su estómago se retorciera de rabia y asco.
Se supone que los padres deben velar por el bienestar de sus hijos, y él estaba dudando si entregarlo como un objeto o retenerlo en aquella casa, sabiendo que no llegaría a más de allí.
De pronto, retumbaron en sus oídos las palabras de su hijo diciéndole que quería estudiar en la Sorbona, él sabía que no podría brindarle tal educación, y también sabía que aquella persona que tanto asco le daba, si podría proporcionárselo. A Yuuri sólo le faltaba un año para terminar sus estudios secundarios, y además, su hijo tenía un gran talento para el patinaje, no quería que perdiera todo eso por su error, así que no conforme con todo lo que ya estaba sucediendo en su cabeza en aquel momento, Yeang tenía miedo de que Yuuri lo llegase a odiar.
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A la mañana del día siguiente, luego de haberlo consultado con la almohada y de recibir unos cuantos golpes por parte de su esposa por sus estúpidas decisiones, Yeang lo había decidido, iba a dejar que Viktor se quedara con Yuuri. Hiroko estaba destrozada, pero estaba muy segura de que su hijo viviría; Viktor es un ser humano cruel, pero no mata a inocentes, aunque había amenazado con asesinarlos a ellos, sabe que no es capaz de matar a Yuuri.
Nadie le había dicho nada a Yuuri, nadie tenía el Valor de decírselo, pero no podían esperar a que Viktor llegara a su casa, ya que las cosas serían peores. Yuuri se encontraba en el sofá de aquella que era su casa revisando su teléfono, así que Yeang se armó de Valor y se acercó a su único hijo.
― Yuuri ― el azabache volteó, y al ver la cara de su padre dejó su teléfono de lado.
― ¿Qué pasa?, ¿estás bien? ― la preocupación que su hijo tenía por él, hacía que le doliera más dar la noticia.
― Hijo, tu madre, Mari y yo, te amamos; pero hay veces en las que la vida nos presenta dificultades y debemos afrontarlas. Lo siento, hijo; pero cometí un error muy grave. Viktor me ha dicho que debo entregarte a él. Créeme, me lo he pensado mucho y... ― dijo Yeang sin poder completar la frase, pues sentía un nudo en la garganta que no lo dejaba continuar
Yuri después de unos pocos segundos abrió la boca.
― ¡¿Y qué le has respondido?! ― Yuuri estaba alterado y asustado, no sabía que palabras saldrían de la boca de su padre.
