Se podría decir que la inocencia es un atractivo muy fuerte; para Viktor Nikiforov, es un atractivo insuperable, y cuando conoce a Yuri Katsuki, un chico de 24 años de cabello corto del color de la noche y unos hermosos ojos color chocolate, que con...
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Después de ese día, y luego de un gran regaño por parte de Viktor, que, casi le costó su trabajo, Vanya se había dedicado a hacerle la vida imposible a Yuuri en cada aspecto que le fuese posible, desde pequeñas cosas como no avisarle del piso húmedo o recién pulido para que este cayera, hasta esconderle varias de sus pertenencias, dejándolas aquí y allá a lo largo de la casa, colocándolas en lugares absurdos, inclusive simplemente deshaciéndose de varias sin más. No soportaba al omega, y no hesitaba en hacérselo saber. Pero ella no se quedaría solo con eso, eso sólo era un juego, ella tenía otra cosa en mente.
Mientras tanto, en el otro lado de la abadía, Yuuri se encontraba en la amplia habitación que anteriormente era solo de Viktor, pero que actualmente compartían. Desde aquella tarde, alfa y omega dormían juntos, hacían ya casi dos meses de ello. Honestamente, Yuuri se sentía más que cómodo con la situación, disfrutaba de la compañía de Viktor, y le gustaba creer que Viktor igualmente la suya. Mientras más tiempo pasaba, más aprendía del alfa, ese lado amable que rara vez salía de la dura coraza que era su personalidad fría y tosca, conocía a Viktor, al real, no al Amo Nikiforov, y la verdad es que Viktor le caía mejor.
Sonrió para sí mismo ante esa idea. Estaba conociendo al Viktor real. Al mismo que había ido cada día a verlo patinar, que no había tenido vergüenza alguna en llorar frente a él... Que lo cuidaba. Porque mentía si decía que ciertamente no se sentía seguro teniendo a Viktor cerca. Que, hablando de ello, justo ahora estaba completamente sólo en la mansión, aunque eso tampoco le molestaba realmente, siguiendo su rutina de cada mañana, buscando con calma algo que ponerse en lo que ahora también era su armario. Todas sus pertenencias habían sido cambiadas y acomodadas en esa habitación tan pronto Viktor así lo quiso.
Tomó un suéter del lado de Viktor sin mayor reparo, deslizándolo por sobre su cabeza y colocándoselo, le quedaba grande, lo suficiente como para cubrirlo justo lo suficiente, así que no vio problema con quedarse sólo con su ropa interior. No es cómo si tuviese planes de salir de la habitación hasta más tarde, así que realmente no es cómo si alguien más fuese a verle.
Permaneció otro poco en el armario, acomodando una que otra cosa en su lugar, volviendo a colocar todo tal y cómo lo había encontrado. No fue hasta que movió uno de los grandes abrigos de Viktor que algo llamo su atención, al fondo del armario, muy escondido, vio lo que le pareció un brillo metálico, retirando la ropa para mejorar su visibilidad. Y efectivamente, al fondo del armario habían unas cadenas... No, unas esposas. Yuuri las saco y se quedó observándolas un momento, el metal frío en sus manos.
¿Para qué tendría Viktor unas esposas? O sea... Si, conocía la ocupación del ruso, ciertamente podría ocupar unas esposas, pero ¿Por qué guardarlas hasta el fondo de tu armario? ¿No serían más utilitarias si las llevase consigo?
Y de repente, Yuuri sintió más curiosidad aún ¿Qué otras cosas tendría Viktor allí? Siguió metiendo sus manos para ver que más encontraba, tanteando aquí y allá hasta que tocó algo, realmente esperaba nuevamente encontrarse con una superficie metálica, tal vez un arma, pero esto realmente parecía ¿Plástico? Pero era muy suave, maleable, liso, la textura le recordaba a la silicona, pero la forma no era algo familiar, era largo, algo curvo. Ya que por tacto realmente no podía discernir que era lo sacó para verlo, estaba sólo de todos modos, no tenía que tantearlo a escondidas.
