PRÓLOGO

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𝑷𝒓𝒐́𝒍𝒐𝒈𝒐

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Cuando era niño, su madre le leía historias de un libro viejo que parecía alimentarse de polvo y recuerdos, donde figuraban criaturas increíbles, que trascendían los tiempos. Aunque adoraba cada palabra, Finnick nunca fue suficientemente para creer que conocería una; no más allá de sus sueños, llenos de escalofriantes monstruos y apabullantes entes celestiales.

Sin embargo, la visión que descendía las escaleras desinhibida y vaporosa, como si flotara en medio de la multitud, no podía pertenecer a nadie que no fuera una sirena. Una diosa marina que jamás sucumbiría a los inocuos placeres materiales, pero que podía hacerte perder la cordura.

Enfundada en un vestido diseñado para matar, Finnick casi no la reconoció. Fueron sus ojos, coloreados por las propias olas marinas de su Distrito, los que delataron su identidad.

Hallie Winkler lucía tan diferente.

La última vez que la había visto, la fabulosa prenda que llevaba estaba enredada en sus tobillos y sus labios rojos se habían desteñido trazando pinceladas por todo su cuerpo en la más poética pintura al óleo. Muchos la consideraban una diosa, y es que su capacidad de atracción, además de ser sublime y constante, resultaba irreal. Cualquier cosa que ella quisiera ofrecer era suficiente para enervar el corazón. Sin embargo, también era capaz de proveer desasosiego y el más airado sufrimiento, como la diosa que era. Aquella noche, había bastado poco menos de una miraba gélida y unas cuantas palabras, para destruir su mundo. Después, mientras volvía a casa en el tren, solo, supo que nunca sería el mismo sin ella.

Y ella tampoco.

Aunque no había explicado los motivos de su abandono, él había adivinado que la causa era otro hombre. Los puños le temblaron de rabia y el corazón le escapó un latido cuando aquel intruso le sujetó la cintura con delicadeza al pie de las escaleras y la besó devotamente, alabándola ante la multitud.

Él no la merecía; él menos que nadie.

Y aunque no había nada que pudiera hacer al respecto, la manera en que ella sonrió, radiante, le dolió en el alma.

Ambos habían estado en los Juegos del Hambre, pero fue hasta que Hallie salió de la Arena que jugó para ganar. Ella no había necesitado de una red y un tridente para acabar con sus enemigos. Todo lo que hizo falta fue una mirada, lo suficientemente intensa y una sonrisa cálida, para destruir la promesa de una vida miserable.

Oh, Hallie había jugado con verdadera maestría y ahora él era el único perdedor.

La pareja se deslizó por el lugar, con la multitud abriéndoles paso como si fueran el mismo presidente. Finnick entendía lo que sentían, pues él mismo experimento aquella excéntrica ponderación cuando, durante un efímero instante, ella encontró su mirada entre las masas. Hallie aparto la mirada acuosa de inmediato y él deseó poseer aquella férrea disciplina que ella demostraba para conseguir alejarla de su vista. No fue capaz de hacerlo durante toda la noche.

Su presencia clamaba atención y la visión que ofrecía, antes etérea y llena de inocencia, ahora parecía enervarse en petulancia y el sentimiento de que ella era total y absolutamente inalcanzable. La certeza que intuyó en aquel momento, después de muchas copas de vino y una confesión de la pareja que cimbró los cimientos de la sala, resultó tan obvia como funesta: aunque Hallie Winkler era suya, como nunca sería de nadie, él nunca podría tenerla.


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Cortito pero eficaz. 

Estaba ansiando poder dejar una notita de autor para explicarles un montón de cositas. 

Primero que nada, no tienen idea del aprecio que le tengo a esta historia. La he estado planeando desde 2014 y nunca me había sentido lo suficientemente satisfecha para publicarla, pero aún así la amaba en secreto. Aunque hubieron mil cosas que cambié en esta edición definitiva, Hallie Winkler siempre fue una constante. Le tengo tanto amor a este personaje que nombré a mi cachorra labrador como ella. 

En segundo lugar, durante el largo proceso para  concretar esta obra, descubrí que forzar mis letras para hacer capítulos más extensos no iba a funcionar. Por ello, aunque cada parte no será particularmente larga, prometo que será coherente y bien necesaria en la historia. 

En tercer lugar, el espacio y el tiempo en que la historia comienza es por el final de la Gira de la Victoria de Katniss y Peeta, en el Capitolio, aunque habrá múltiples throwbacks. 

Finalmente, la historia estará narrada en su mayoría por Hallie Winkler, pues su realidad no podría ser contada por nadie más; sin embargo, habrá pequeñas narraciones en tercera persona (como ésta) para explicar la manera en que el resto de los personajes viven a su alrededor. 

Con las explicaciones terminadas, creo que sólo quedan los agradecimientos, y la promesa de que pronto tendrán un vistazo más profundo a la vida de Hallie Winkler. 

Espero que esta parte les haya intrigado y haya despertado en ustedes la necesidad de saber más que he intentado cultivar. 

Nos leemos pronto, y que la suerte esté siempre de su lado. 

 

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Aetherius |Finnick Odair Fanfiction|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora