Capítulo 2 - QUÉ HACER

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QUÉ HACER


Intento controlar mi respiración aunque mi cuerpo me delata, comienzo a sudar y me tiemblan las manos, reflejo de mi nerviosismo.

—¿Blas? —digo sorprendida y como puedo porque se me entrecorta la voz.

—¿María? —me responde de igual forma.

Era él sin duda alguna. Su pelo, sus ojos, su rostro... No podía creerme la mala suerte que he tenido que justo tenía que encontrármelo.

Lo miro de arriba a abajo, ha cambiado mucho durante el año. Mi corazón se acelera por tenerlo tan cerca, está tan guapo y tan cambiado... Parece más hombre, ha dejado atrás la cara de niño. ¿Habrá madurado?

Me agacho para coger mis cosas ya que por el choque cayeron al suelo. Blas hace lo mismo pero con sus cosas y cuando nos reincorporamos quedamos a pocos centímetros. Nuestros ojos conectan, esos ojos tan perfectos que una vez me miraron con amor y que ahora... Siguen teniendo ese brillo especial pero no sé porque razón.

Me fijo en sus labios, esos que siempre ansío besar y que ahora también tengo. Los nervios me traicionan y me abalanzo sobre él y lo beso. Me siento tan bien así, con sus labios contra los míos. Solo existimos él y yo, nadie más, solo los dos.

Al separarnos por la falta de aire me doy cuenta de lo que acabo de hacer. Lo miro a los ojos y me aterra la idea sobre lo que habrá podido formarse en su cabeza. Esto no está bien, es un error.

—Yo... —intento hablar—, lo siento Blas —pido disculpas por el beso.

—¿Por qué lo sientes? —me pregunta extrañado.

—Esto no tenía que haber pasado —le digo—. Me has hecho mucho daño, mucho y lo único que hago nada más verte es besarte y... —digo rápido—. Lo siento —vuelvo a disculparme.

Y sin más salgo de allí lo más rápido posible, no quiero seguir viéndolo. Mis lágrimas vuelven a salir. Hacía tanto que no lloraba por él. No puedo volver a caer, otra vez no. Lo odio, odio que me haga sentir así, tan vulnerable.

Busco a las chicas pero no las encuentro, así que miro en la salida por si están allí. Justo, ahí están, por lo que ando deprisa hacia ella pero una mano me agarra del brazo parándome.

—María, espera por favor —me pide Blas—. No puedo esperar más, llevo un año queriendo explicarte todo —me explica—. Te quiero —me dice a los ojos.

—Blas yo... —intento decir las palabras adecuadas—. No puedo —le digo—, me has hecho mucho daño y no sé si estoy preparada para oír tus explicaciones —digo soltándome de su agarre.

—Por favor —vuelve a pedirme mientras me agarra por la cintura—, necesito explicártelo todo y te necesito aquí, cerca, no lejos —me mira a los ojos.

Un amor de verano || Auryn || Blas √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora