Capítulo 24 - PREGUNTAS INCÓMODAS

822 39 13
                                    


PREGUNTAS INCÓMODAS


Narra Álvaro:


No dudo ni un instante y comienzo a bajarle el tanga lentamente para hacerla sufrir un poco cuando alguien de repente abre la puerta de golpe.

—Didi, Blas y yo... —habla María apareciendo por la puerta haciendo que de la sorpresa nos sobresaltemos e intentemos taparnos algo.

—Nosotros lo sentimos mucho —dice Blas cuando volteo para verlos intentando tapar lo máximo posible el cuerpo de Didi.

Las caras de ambos son de sorpresa y de vergüenza, les hemos causado un trauma pero me da igual. Cierran la puerta con rapidez y me giro para mirar a Didi que está muerta de la vergüenza.

¡Voy a matar a María y a Blas! ¿Por qué siempre son ellos los que nos interrumpen siempre? Sé que Blas y María son mis mejores amigos pero hay veces que los odio, a más no poder, sobre todo ahora. Observo mejor a Didi y veo que está tapada con la sabana de mala manera por las prisas. La rojez de sus mejillas me indica que sigue avergonzada. La risa floja me entra y me río por lo adorable que está y por la situación que acabamos de pasar.

Al cabo de unos segundos llaman a la puerta y nos tapamos mejor con las sábanas. Blas y María vuelven otra vez a ingresar en la habitación y los miro alzando la ceja y algo enfadado.

—¿Qué queréis? —pregunto malhumorado.

—Solo veníamos a deciros que tenemos una idea para pasar lo que queda de la tarde y la noche y queríamos preguntaros si os apetece además de contaros la idea, aunque creo que va a ser mejor que sigamos hablando más tarde —empieza a hablar María.

—Si cuando os vistáis —dice Blas aguantándose la risa.

—Ahora bajamos —respondo lanzando una almohada en su cara.

Ambos se ríen y cierran la puerta. Llevo un rato conteniéndome pero ya no puedo más. Me giro para mirar a Didi y me inclino para besarla de nuevo, aun sigo duro y con ganas de seguir con lo que estábamos haciendo. Pero sus manos en mi pecho hacen que me separe de ella a regañadientes.

—No Álvaro —me dice—, ahora no podemos seguir —se ríe cuando intento seguir besándola y dejo un beso en su cuello—. Tenemos que bajar —me insiste apartándome de ella.

—¿En serio? —pregunto sin creerme que me vaya a dejar así, con este calentón.

—Muy en serio —me dice intentando aguantarse la risa.

—No puedes hacerme esto —le digo agarrándola por la cintura para acercarla a mí cuando veo que quiere levantarse—. No puedes dejarme con este calentón ¿Ahora qué hago yo con esto? —pregunto apartando las sabanas y enseñando mi erección.

—Creo que te vendría bien una ducha fría —se ríe de mí para después dejar un beso en mi mejilla.

—Muy graciosa cariño —le digo mientras me siento en la cama—. Pero esto no se queda así –me pongo de rodillas en la cama y me acerco a ella—. Ya verás cuando te pille —termino de decir guiñándola el ojo.

—Eso ya se verá Alvarito —me responde juguetona Didi.

Me levanto de la cama y camino hasta su baño, después me meto en la ducha con agua fría para intentar bajar el calentón que tengo encima. Poco a poco me voy relajando y el calor se me va del cuerpo.

Salgo del baño cuando termino y entro en la habitación cuando veo que Didi ya se ha cambiado y se está peinando. La miro de arriba a abajo y otra vez vuelve el calor interno.

Un amor de verano || Auryn || Blas √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora