—¿Tienes su número? —preguntó mi hermano nada más llegar a casa.
—¿De quién?
—De la señora que era una mezcla entre Cruella de Vil y la niñera mágica desde luego que no —respondió soltando una carcajada—. Venga, tío. No me jodas. ¿De quién va a ser? ¿Lo tienes o no?
Tragué saliva y desvié la mirada hacia otra parte para evitar responder, pero no sirvió de nada, ya que mi hermano lo interpretó como una clara respuesta.
—¡¿Has tenido su móvil desde anoche y no tienes su número?! —exclamó con exageración y pude notar la burla en su rostro—. Dime que no es verdad.
—No, no lo tengo —confesé.
Cuando entramos en el salón nos encontramos a nuestros padres bastante serios, sentados en el enorme sofá blanco que ocupaba gran parte de la estancia. En cuanto sus ojos se encontraron con los nuestros tuve el presentimiento de que algo iba mal, habían malas noticias. Lo que se confirmó cuando mi padre habló.
—Tenemos que hablar.
Esa frase nunca acababa bien y mi hermano y yo lo sabíamos, por eso ninguno accedió a sentarse. Nos mantuvimos de pie esperando con impaciencia a que alguno de los dos dijese algo. Blake se cruzó de brazos y empezó a mover una pierna.
—Debido a lo ocurrido con Blake hemos decidido que mientras todo el asunto queda en manos de los abogados se cancela la gira y los dos regresaréis al instituto para terminar vuestros estudios —anunció mi madre tomando la mano de mi padre.
—¡No me jodas! ¡Pero si acabamos de iniciar la gira! —gritó Blake hecho una auténtica furia—. ¡Esto no es junto, joder! ¡Ese capullo se lo merecía!
Hacía un par de semanas mi hermano había tenido una pelea con un chico en una discoteca y le partió la nariz. Desconocía el motivo de la discusión pero sabía que tenía algo que ver con Alison, su mejor amiga.
El caso era que muchos de los testigos grabaron la escena, y la prensa y las redes sociales no tardaron en hacerse eco de la noticia, y esa misma semana el chico al que mi hermano agredió interpuso una denuncia y mis padres tuvieron que contratar a los mejores abogados del país para tratar de solucionar el asunto.
—Blake tiene razón, acabamos de empezar con la gira y los fans están ansiosos por ir a los conciertos —aseguré dando un paso al frente—. No podemos hacerles esto. No es justo ni para ellos ni para nosotros.
—Ese no es nuestro problema. Suficiente alboroto hay formado ya —habló esta vez mi padre antes de dirigirse a Blake—. ¿Y me vas a decir tú lo que es o no es justo? ¡Bastante hacemos nosotros con ocuparnos de solucionar todos los problemas en los que te metes! ¡Eso sí que no es justo!
—La discográfica no va a aceptar esto.
—Ya hemos hablado con Rachel y Parker y también están de acuerdo —explicó mi madre—. Les ha parecido bien. De hecho Rachel opina lo mismo que nosotros, que os vendrá bien desconectar un año, y Parker nos ha pedido que al menos en ese tiempo compongáis canciones nuevas.
Rachel era nuestra mánager, sin duda era la mejor, una gran profesional en el sector y gracias a ella habíamos conseguido llegar hasta lo más alto. Y Parker Collins era nuestro productor musical. Tenía un talento increíble, siempre sacaba lo mejor de nosotros en el estudio y creaba canciones alucinantes.
—Pues a mí no me parece bien —gruñó Blake con la mandíbula apretada—. Esto es una puta mierda. Una condena.
Puede que no fuese tan mala idea, en realidad. Al menos a mí no me parecía una condena. Al fin y al cabo íbamos a seguir con la gira en verano, y podríamos disfrutar de un año de normalidad.
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¡No soy tu fan!
RomanceTal vez fue una bonita casualidad... Por un simple golpe con una puerta, justo al final de un concierto al que Taylor fue obligada a asistir. Pero, fuese como fuese, se encontraron, y a pesar de no haber empezado con buen pie, él prometió conseguir...