04 | Humor de perros

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—¡Buenos días! —saludó mi mejor amiga cuando me adentré en su coche rosa.

Tener un coche de ese color había sido su sueño desde pequeña y en cuanto cumplió los dieciséis y consiguió su licencia de conducir, sus padres se lo regalaron.

Me limité a soltar un largo bufido como saludo mientras me fundía en el asiento del copiloto. Chloe me observó durante unos segundos y enseguida percibí que fruncía los labios, compadeciéndose de mí.

—Ya sé lo que te pasa  —aseguró antes de mirarse en el espejo retrovisor para retocarse el gloss—. Ha venido tu amiga a visitarte. ¿Sabes la que te digo, no? Esa que viene cada mes y hace que tengas un humor de perros. ¿Es eso, verdad?

—Sí, es eso —afirmé cuando emprendió la marcha hacia el instituto—. Espero que la pastilla que me he tomado haga efecto antes de tener que lidiar con los hermanos Jenkins en la primera hora del día.

—Pues yo tengo ganas de verlos. Desde que Kyron y Blake van a nuestro instituto estoy más... más... —balbuceó buscando la palabra perfecta—. ¡Motivada! Nunca había tenido tantas ganas de ir a clase.

—Lo que estás es obsesionada.

—¿Sabes qué? Hay un nuevo rumor sobre Kyron. Dicen que está saliendo con Kristen Bailey. ¡La modelo! —exclamó con absoluto asombro—. ¿Te lo puedes creer?

—No me importa lo que haga con su vida y no creo que deba de ser interés de nadie. Es su vida privada —expliqué encogiéndome de hombros—. No veo necesario indagar en su vida personal o sentimental.

—¡Pues a mí me importa! ¿Y si esa chica lo engaña con otro y él lo pasa tan mal que acaba con depresión y no vuelve a la música? ¡Imagina que abandona toda su carrera! ¡Ay, por favor, no! —exclamó negando con la cabeza—. ¡Sería horrible! Es que solo de pensarlo tengo ganas de llorar. ¿Qué sería de mí sin su música?

Estaba segura de que si metía la cabeza bajo el agua seguiría hablando. De buena mañana y tenía tantas ganas de hablar. Bueno, en realidad a todas las horas del día. Siempre tenía algo que decir, no sé cómo lo hacía para conseguir sacar tantos temas de conversación, que como buena amiga siempre escuchaba, pero aquella mañana sentía que me iba a explotar la cabeza con su voz.

—Chloe, sabes que te quiero, pero hoy no tengo ganas de escucharte y menos hablar sobre Kyron Jenkins —dije con el tono de voz más amable que pude—. Así que, por favor, ¿podríamos estar en silencio hasta que lleguemos al instituto?

—Está bien... —asintió a desgana, pero el silencio solo duró apenas unos minutos—. ¡No te vas a creer lo que ha pasado en el nuevo capítulo de las Kardashian!

Decidí darme por vencida ya que nada iba a conseguir silenciarla, mucho menos cuando se trataba de las Kardashian o las Jenner. Chloe las adoraba, eran su mayor referente en la vida, junto con las películas de los 2000 como "Una rubia muy legal" y "Mean girls". Pero en particular tenía una gran obsesión por ese reality.

Había visto todas y cada una de las temporadas, que no son pocas, y el año pasado me obligó a acompañarla al estreno de la nueva temporada, ¡e incluso intentó colarse en el evento para poder hacerse una foto con Kim Kardashian!

Cuando por fin llegamos al instituto nos encontramos a Jordan y Christian, nuestros mejores amigos, que hablaban frente a sus taquillas. Mientras nos acercábamos a ellos Jordan aprovechaba para darle un beso a su novio, justo antes de darse cuenta de nuestra llegada y lanzarse directo a mí.

—¡Mis chicas favoritas han llegado! —dijo envolviéndome en un fuerte abrazo que consiguió levantar mis pies del suelo.

Adoraba a este chico.

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