—Kyron, me tengo que ir —informé al regresar a mi habitación después de la llamada de Jordan—. Seguimos después con el trabajo si te parece bien.
—Mejor continuamos mañana, supongo que estarás ocupada toda la tarde.
—Pues hasta mañana entonces —dije esperando a que saliera de mi habitación.
—¿Te llevo a algún sitio?
No estaba segura de que fuese buena idea estar más tiempo a solas en un espacio tan pequeño con él después de lo ocurrido (o lo que podría haber ocurrido, mejor dicho). Podría esperar, ya que mi madre estaba a punto de llegar y podría pedirle que me llevase. Aunque, por otro lado, a Kyron le venía de paso y de esa forma no tendría que molestar a mi madre.
—Sí. Vale —respondí después de sopesarlo durante unos segundos—. Pero dame cinco minutos. Tengo que cambiarme.
Kyron asintió y dijo que me esperaba en el coche. Cuando abrí la puerta del armario para escoger ropa que no fuese un pijama empapado, todo cobró sentido. Observé mi reflejo en el espejo que había en una de las puertas y solté un grito ahogado.
No podía ser verdad lo que estaba viendo. Mi camiseta mojada se transparentaba y, al no llevaba sujetador, se veían mis pezones. Eso significaba que... ¡Kyron Jenkins me había visto las tetas! Por eso en la cocina se había sonrojado y puesto tan nervioso. ¡Dios mío! ¿Por qué me pasaban esas cosas a mí? En ese momento deseaba con todas mis fuerzas que la tierra me tragase y me escupiera en un lugar muy lejos de allí.
Me cambié, tomé una tarrina de helado de chocolate del congelador y una caja de pañuelos antes de salir de casa, y me quedé parada delante de la puerta del copiloto del lujoso coche negro de Kyron. Me sentía avergonzada, aunque no tenía por qué estarlo. Seguro que él había visto muchísimos pezones, no era nada nuevo. Además, no había dicho nada al respecto. Ni siquiera había bromeado. Aún así...
—¿Vas a subir? —preguntó bajando la ventanilla y devolviéndome a la realidad.
Pensé en decirle que no y ponerle alguna excusa, pero no fui capaz de decir ni una sola palabra. Así que me adentré en el coche, que olía a lavanda, y me pidió que escribiese la dirección en el GPS.
—¿Cuál es tu canción favorita? —quiso saber después de unos minutos de trayecto envueltos en un silencio incómodo.
—«Complicated» de Avril Lavigne.
—¡Lo sabía! —aseguró formando una sonrisa ladeada—. Te pega muchísimo ser de esas chicas que escuchan canciones pop de los 2000 y a Taylor Swift.
—Pues la verdad es que sí, también me gusta su música —confesé—. Aunque no soy tan fan como Chloe, ella sí es una verdadera «swiftie». Se sabe todas y cada una de sus canciones.
Kyron le pidió a la asistente virtual de su teléfono que pusiera mi canción favorita en el coche. Canté a todo pulmón la canción de Avril Lavigne sintiendo cómo cada palabra cobraba más sentido que nunca.
You're tryin' to be cool
You look like a fool to me
Tell me
Why'd you have to go and make things so complicated?
I see the way you're
Actin' like you're somebody else, gets me frustrated
Cuando la canción terminó puso una de Taylor Swift. «Love Story» empezó a sonar mientras se empezaba a percibir la puesta de sol detrás de las enormes palmeras que habían a cada lado de la carretera. Saqué una pequeña cámara analógica que llevaba en mi tote bag y tomé una fotografía.
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¡No soy tu fan!
RomanceTal vez fue una bonita casualidad... Por un simple golpe con una puerta, justo al final de un concierto al que Taylor fue obligada a asistir. Pero, fuese como fuese, se encontraron, y a pesar de no haber empezado con buen pie, él prometió conseguir...