Querubín indeseable

772 130 34
                                    

El algodón de azúcar rosa había despertado. Estaba mareado, no entendía dónde estaba ni qué había hecho para sentir todo ese dolor de cabeza. Suspiró y empezó a querer levantarse y abrir los ojos. Error. Miró para un costado.

Mierda. — dijo instintivamente. Tenía cadenas en sus brazos que colgaban directo de un techo alto como un galpón. Sus piernas, ligeramente rechonchas para lo chiquito que era, estaban separadas por una vara. Eso enseguida le hizo notar que solo traía una remera grande color crema, tenía un olor a perfume que le hubiese atraído de no ser porque estaba ocupado evaluando qué tan en pánico debería estar.

Sin duda, bastante. Estaba desnudo, podía sentir su entrepierna colgando. Kihyun acababa de entrar en completa crisis y su rostro se tornó de un rojo picante antes de lo previsto. Se había encontrado con muchas cosas antes, pero nunca tanto. Gritar no era una buena opción, miró hacia arriba.

Las cadenas estaban agarradas de un gancho. Tal vez, si se podía subir por ellas y desengancharse y luego aguantar el golpe del suelo quizá lograba salir. Aunque, por dentro ya había notado que los tobillos tenían unos candados, no iba a poder caminar así. Se mordió los labios un buen rato y lo intentó, era lo único que podía hacer.

Sus brazos dolían de tener que cargarse, no podía ayudarse con las piernas y no estaba abocado al deporte en absoluto. Llegó hasta mitad de camino y se cayó, retumbando contra sus muñecas, soltó un grito horrible y doloroso, había empezado a sangrar. Tembló de dolor y miedo. Maldijo en todos los idiomas que conocía.

🎵

En una habitación, lejos de donde se hallaba el invitado especial, había dos hombres altos sentados en unos sillones mullidos. Uno era exquisitamente blanco, casi albino y el otro tenía una piel bronceada y masculina con cabellos revueltos de color marrón, era el actor.

— Hoseok, no era necesario dormirlo. Lo podías traer a la fuerza igual. Ahora hay que esperar a que se levante. — le reprochaba con un vaso en la mano y una sonrisa a medias.

— Habría hecho mucho ruido. Aparte me sacó fotos, estaba molesto. Ahora esos hijos de perra me pueden reconocer y si lo hacen estamos jodidos. Pequeña mierdita, es tan chiquito que no se siente ni el olor que tiene. — masculló sumamente enojado, los carnosos labios rojos bien apretados.  Pronto se escuchó un grito, ambos muchachos se miraron y curiosos se levantaron para ir a ver qué estaba pasando. Cuando estaban en el pasillo que daba a la habitación ambos sintieron el olor de la sangre. Las venas en sus cuellos y rostro hicieron algo de presión. Hyunwoo sujetó de los hombros a su compañero.

— Te vas a la habitación. Él es mío. — y siguió caminando, el rubio no se molestó en contrariarlo.

Enseguida estuvo dentro de la sala, había mil instrumentos allí, algunos de tortura, otros de placer, algunos más de medicina, éstos eran sueros o vaciadores de sangre. El morocho se mordió los turgentes labios y disfrutó el aroma como si fuese carne recién cocida. Era sumamente dulce y delicioso, parecía tener mucha energía. Hyunwoo se quedó un poco sorprendido pero deseoso. Cuando entró no hizo contacto visual más que con las muñecas ajenas. Se acercó y enredó una mano en la cintura pequeña del chico para levantarlo un poco y tener más acceso a la piel que abrazaba la carne. Empezó a lamer, su lengua iba recorriendo cada espacio, sintió un leve escozor. Y la vibración bajando directo a su cuerpo.

— Oh, ¿qué es esto? Vas a odiarte porque eres delicioso. — Kihyun estaba temblando y parecía que el ratón le había comido la lengua.

Su sabor era gratificante, picante y a su vez muy dulce. Hyunwoo no pudo evitar hundir los dientes romos de una vez y escuchó un grito agudo y lastimero, el morocho subió una de sus manos y le tapó la boca sin dudarlo, con tanta fuerza que los sonidos del peli rosa quedaron atrapados en su garganta. Se entretuvo lastimando la herida para obtener una cascada del líquido. No se podía contener, había empezado a enloquecer por el sabor que se hacía más fuerte a cada segundo, le daba poder, lo sentía brotando desde adentro. Escuchó la puerta abrirse de golpe y Hoseok que lo separaba de un tirón.

— Lo estás matando, idiota. Oh, ese olor es muy rico. Creo que estás más fuerte. — el pequeño chico acababa de desmayarse otra vez. Ahora probablemente por falta de sangre.

— Sí y es delicioso. Sangre tipo B, aunque tiene algo raro, pero es humano, estoy seguro. Ayúdame a ponerle suero, no se puede morir. — el rubio le miró curioso y asintió mientras ayudaba a hundir la aguja en la piel blanca del peli rosa. Media hora después volvía a abrir los ojos. Dos personas estaban frente a él, sentadas en un sillón mientras conversaban y lo miraban cada tanto. Se sentía mareado, horriblemente mareado y tenía sed. Apretó los labios, conteniendo un gemido de dolor cuando sintió las muñecas que se hundían en el metal. Todavía no había dejado salir ni una lágrima.

— Se despertó, se despierta rápido. — aplaudió de una vez el morocho y se levantó del asiento.

— Chiquito pero poderoso. — bromeó el rubio y le siguió. Kihyun les mirada como si fuese un sueño extraño, una pesadilla. Apretó los labios y volvió a gemir por el roce de las cadenas, ahora estirando el cuello débilmente a un costado tratando de controlar el temblor que solo le hacía doler más.

— En serio, me excita escucharlo y olerlo, ¿no lo puedes curar? No me voy a poder controlar tanto. — Hoseok pasó la mano por el mentón del peli rosa y lo movió a los lados como inspeccionándolo, su rostro era bonito.

— ¿Después de lo que hizo? No lo creo, aparte ya sabes que me gusta escuchar a la gente llorar. — el morocho movió los cabellos rosas a un lado y se quedó mirando, Kihyun tenía a ambos hombres con las manos en su rostro, moviendo y examinándolo. Aun así se negó a hablar siquiera para preguntar algo, les miraba desafiante, aunque con miedo en el fondo.

— Te gusta hacer cosas que perjudican a los demás, ¿no? Voy a hacerte algunas cosas que tampoco te van a gustar. Y cuando salgas de acá, si es que sales porque eres demasiado rico para dejarte libre... tus deditos no volverán a apretar una cámara frente a nosotros nunca más. Pagarás tu deuda con sangre y dolor, como debe ser. — el rubio se estaba relamiendo los labios, sus ojos celestes brillaban cansinos y alzó una mano, sus uñas estaban largas, sumamente filosas como un cuchillo e iban saliendo más por segundo, las venas se le notaban en los dedos haciendo fuerzas. El peli rosa solo logró contener el aliento.

— Vamos a ver a qué le tienes miedo. — Hoseok apoyó un dedo en su frente, clavando la uña milímetro a milímetro, la mirada celeste intensa estaba otra vez atravesándole el cerebro y esta vez gritó desgarrándose la garganta, sus sollozos se escucharon lejanos y quebrados, como si su cuerpo hubiese rechazado su alma.

 — Hoseok apoyó un dedo en su frente, clavando la uña milímetro a milímetro, la mirada celeste intensa estaba otra vez atravesándole el cerebro y esta vez gritó desgarrándose la garganta, sus sollozos se escucharon lejanos y quebrados, como si su ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Fuera de Foco [Showkiho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora