Un gato que muerde su cola

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La casa era grande y parecía hasta acogedora, Kihyun la miraba de reojo pero no podía detenerse demasiado, había un hombre por delante y otro atrás guiándole el paso y la velocidad. Sus piernas eran malditamente cortas para como estaban yendo. Se quejó cuando trastabilló, pero no miró a ningún lado, estaba seguro que cualquier movimiento en falso le haría terminar como bolsa en algunos brazos. Bajaron por la escalera y llegaron a una cocina. El lugar era cálido por lo que no tenía frío en sus desnudas piernas. Se sentó en una silla del costado de la mesa, Hyunwoo se la había señalado y era en vano resistirse.

Les miró curioso, estaban toscamente acomodándole el desayuno que parecía que alguien lo había hecho antes pero se había enfriado. Miró a los lados y no encontró ninguna puerta. Un momento después tenía un café cortado con tostadas tibias y tenía para untar mermeladas. El pequeño chico de pelos rosas se dispuso a beber sintiendo las miradas fijas de los dos tipos en su cabeza. Alzó la vista, ni siquiera se habían sentado.

— ¿Qué...? — se quejó bajito, sonrojándose ligeramente, se sentía violado con la vista y eso que ya había sido casi en físico. Wonho fue el primero en tomar lugar a un lado y Shownu lo hizo del otro. Había cinco lugares más para sentarse y habían elegido los específicos para dejarlo sin aire. Suspiró frustrado y negó, ladeando la cabeza mientras se disponía a comer una tostada, al fin y al cabo sí tenía hambre. El rubio le seguía cada movimiento.

— Deja de mirarme por favor, estoy comiendo solamente. — golpeó la mesa, si sus pelos se pudiesen parar de lo enojado que se sentía seguro estarían electrificados. Hyunwoo hizo sonar su garganta y ambos chicos le miraron.

— Te lo dije antes, pero lo voy a repetir. Vas a tener que venir un día a la semana, si faltas te iremos a buscar y te quedarás aquí. — Hoseok le miró dudoso y se mordió la yema del dedo pulgar.

— Ya intentó escaparse igualmente, no me voy a quedar tranquilo. ¿No sería mejor si solo se queda aquí y ya? — Kihyun tembló y miró al rubio frustrado, sentía que las lágrimas se le iban a escapar en cualquier momento.

— ¿Por qué? ¿Qué me van a hacer? — su estómago se cerró y lanzó la tostada sobre la mesa, Hyunwoo negó y la agarró, acercándosela otra vez.

— Lo siento, mejor comes antes y luego seguimos. — el rostro del más pequeño estaba inerte, agarró la tostada y la estampó en la frente ajena del lado de la mermelada, alzó la otra mano y estaba a punto de darle un puñetazo si no fuese porque le habían sujetado. Sintió la violencia invadirle cada rincón de su cuerpo, desaforadamente le subía hasta la garganta. Pateó al morocho con todas las fuerzas que tenía y con la mano libre lanzó lo que había de café en el rostro del rubio. Se alzó de a cuatro patas en la mesa y corrió del otro lado, dejándola entre ambos.

Los chicos se quedaron en silencio, mirándose entre ellos, Kihyun no desperdició el momento y corrió escaleras arriba esperanzado de encontrar la salía. Abrió varias puertas y cuando llegó a la última tampoco había salida. Se metió y empezó a poner todos los muebles que encontraba. Escuchó los pasos y se apuró en poner todo, hasta la cama corrió en solo segundos. Al final se apoyó en la esquina de la habitación, mirando a todos lados, agitado como nunca en su vida. Parecía ser un cuarto vacío porque no había nada de peso en los muebles más que la madera misma. Sus piernas temblaban, y tenía las manos sobre la pared. Se odió a si mismo por la estupidez que había hecho.

Idiota, idiota, te van a encontrar igual.

Se decía a sí mismo y no pasó mucho tiempo hasta que escuchó la puerta, el picaporte se giraba y se abrió como si no hubiese una tonelada de muebles alrededor. Hyunwoo se estaba limpiando con un pañuelo blanco pero Hoseok seguía bañado en café y era el que empujaba. Para sorpresa de Kihyun se acercaron con bastante calma. El morocho le tomó la cintura y lo alzó contra su pecho, dejándolo en su hombro. Se giraron y de la misma manera que llegaron se fueron. Habían vuelto a la habitación anterior, la mirada de absolutamente nada de Shownu contrastaba completamente con la ira que emanaba el rubio.

— Qué mal te portas. — susurró y le acarició los cabellos, el peli rosa sintió algo frío, se había quedado mirando al más alto y no se percató que sus extremidades volvían a estar con cadenas.

— Esto no se supone que fuese necesario. — murmuraba el de ojos azules y el otro chico acercó un atril para suero y colgó éste último en uno de los ganchos. El de pelos rosas empezó a llorar y forcejear cuando vio la aguja acercarse.

— No. No voy a hacerlo de nuevo. Comeré y haré lo que digan, no me dejen acá encerrado. — Kihyun escondía los brazos bajo su cuerpo, lloraba en pausa y los labios le temblaban. La mirada del morocho estaba clavada en él y apoyó un brazo en la almohada, acercándose y besando los labios, seguían siendo tibios como fuego.

— Ésta es tu última oportunidad, ya usaste dos, no hay tres. ¿Entiendes? — tenía los ojos bien abiertos y Kihyun pensó que eran bonitos y asintió, tratando de contener las lágrimas. Los chicos cruzaron miradas y Hoseok pateó la cama y suspiró, asintiendo luego.

— En serio, si fuese por mí estarías todo el día encadenado a ésta cama. Así que no desperdicies la oportunidad. — comenzó a sacar las cadenas y cuando terminó le agarró el cuello con una mano, alzándolo y acercándoselo. Se podían escuchar los quejidos del peli rosa y luego como eran sellados por los labios del rubio, su lengua se hundía y no le dejaban respirar. Tironeó apenas y cayó en seco sobre la cama, era un beso bastante castigador y le hizo quedar agitado otra vez con el frío recorriéndole.

Lo siguiente que supo fue que estaba comiendo galletitas dulces y bebía jugo de naranja, había destruido su buen acomodado desayuno. Se resignó a que lo miraran.

— Kihyun, Yoo Kihyun. Kiki suena más bonito. — Hoseok leía los papeles, entretenido y el peli rosa supo con obviedad que lo que tenía en la mano hablaba de él. Se quedó sorprendido pero no dijo nada, se decía a cada segundo que tenía que calmarse o no iba a salir de ahí nunca más. Las reglas eran sencillas, viernes a la noche hasta el sábado a la noche. Tenía que responder los mensajes y llamadas siempre y lo antes posible. Comer todas las comidas y hacerse análisis de sangre todos los meses con un doctor que elegirían ellos. Solo se podía modificar el día por urgencias y si faltaba una sola vez le irían a buscar. Intentó ignorar las amenazas de Hoseok, se concentraba más en lo que decía el moreno. Asintió a todo, bueno, decir que no no era una opción.

— ¿Puedo saber por qué? — Kihyun tenía el papel en sus manos y lo enrollaba de a poco.

— Si te hubieras desmayado y despertado al final del ritual no tendría que ser así. Pero elegiste esto. — la mirada del pequeño se endureció.

— ¿Elegí? — apretó con fuerzas el vaso en su mano y estuvo a punto de lanzárselo, agarró todo el aire que pudo y miró a la mesa, asintió. Después de eso se levantaron y una hora más tarde el peli rosa terminó de ser trasladado a la comodidad de su casa en un auto. Cuando entró lloró hasta quedarse dormido.

Habían pasado cuatro días y solo ahora lo sabía.

Habían pasado cuatro días y solo ahora lo sabía

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Fuera de Foco [Showkiho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora