Tarta de cerezas - Hyunghyuk

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Minhyuk estaba justo donde Hyungwon no se lo esperaba. Sus largas y finas manos sobre una batidora, en su cocina, con un delantal puesto y una sonrisa tan grande que parecía haber un sol extra en la casa. El castaño, alto y molesto, estaba sobre el sillón de su casa, la casa que había hecho que un hombre le regalara. Estirado, mirando atentamente una bola de cristal. Los ojos entrecerrados en rabia, enseguida rodeó la bola con toda la mano, la apretó. Su mano brilló solo unos segundos y el cristal se rompió en mil pedazos, hundiéndole las astillas en la piel. El sonido fue lo suficientemente fuerte para provocar que el ahora peli blanco fuese corriendo a donde él.

— ¡Wonnie! Qué... ¿qué es esa sangre? — azules y celestes, espeso y cuajado. Eso es lo que salía de las heridas del cuidador. Él nunca había sido humano, no era más que una necesidad para el mundo. No era como un protector o un hechicero, su humanidad simplemente nunca había sido real. Minhyuk corrió por el botiquín con una expresión confundida. Hyungwon le miraba sin ninguna clase de sentimiento. No había dolor o ardor, no había nada.

— Suéltalo. Vamos Wonnie, suelta eso. — Minhyuk estaba agachado, tratando inutilmente de hacerle abrir la mano. Hyungwon le miraba de reojo, pasaron unos minutos hasta que finalmente cedió y dejó ver la herida. Podría curarla, podía proliferar cualquiera de los mil hechizos de curación y eso sanaría al instante. Y sin embargo se permitió curar de forma normal. Pero, ¿acaso había posibilidad de ser normal para alguien como él? Ni siquiera sentía el ardor de perder la sangre.

— En las novelas siempre es así. El enamorado cura al que no siente nada. Y luego le da un beso en las vendas y... me empezaras a querer. — su sonrisa seguía ahí, firme y reluciente mientras quitaba las espinas y desinfectaba los lados con total cuidado. Cuando terminó, Hyungwon tenía un perfecto vendaje, el chico tenía experiencia vendando a los niños.

Ambos se quedaron quietos un segundo, el rubio parecía medir la situación y con cuidado se acercó y besó el dorso de la mano, apoyando luego la frente.

— No importa lo que seas. Te quiero, ¡me enloqueces! Ven a comer. Estoy seguro que la tarta me salió deliciosa. La otra de mango todavía no la terminé. — el chico se dispuso a tirar del brazo del cuidador, Hyungwon se levantó con pereza, observándolo. ¿Cómo es que no hacía un escándalo por ver su sangre? Ese humano le sacaba de las casillas.

Era la calma antes de la tormenta.

Su mano sana se alzó con rapidez, el peli rubio quedó colgando de sus dedos, apretado contra la pared. Sus piernas se movían a los lados. La respiración se le cortaba. Hyungwon apretaba con odio y deseos mordaces de matar.

Minhyuk tenía las lágrimas a flote, le caían lentamente por las mejillas. Sus manos se subieron para acariciar el brazo ajeno, le miraba triste, apenado.

— Wonnie. Deja de sufrir, cálmate. Suéltame por favor... — fue cuando sus lágrimas cayeron en la mano del cuidador que éste soltó el agarre. Estaba odiando, odiaba tanto que su pecho vibraba. Todo estaba desestabilizado. Todo era horror. Hoseok volvía a estar condenadamente unido a ese par de detestables personas. Se alejaba de su amor, del desquiciado amor que sentía por él. Se le iba como arena de las manos. Su venganza deseaba ser cada día más horrorosa.

Sus brazos cayeron a los lados, su mirada se apagó y antes de saberlo Minhyuk le rodeaba el cuello con ambos brazos. Abrazaba con tantas fuerzas que parecía tratar de meterse en su interior, llorando bajito, trataba de controlarse.

— De verdad te quiero. Trata de quererme tú a mí. Ven. Vamos a la cocina. — le llevaba por la mano sana, sonriéndole con la misma calma que antes. Enseguida se sumieron en una 'charla' en donde Minhyuk le contaba todo su día, comiendo el pastel de fresas con café. Hyungwon solo le dedicaba sonrisas vacías y comía silenciosamente. Le encantaba el pastel, adoraba la textura esponjosa y dulce que lograba el humano que tenía en frente.

Fuera de Foco [Showkiho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora