—Así que cuando ya no pueda verte, ni tampoco recordarte, ¿Significa que mi fin está cerca? —Había preguntado un día Daniel, mientras preparada el café de la tarde. Un hábito que se volvió costumbre desde que Woojin vivía con él.
Tres meses aproximadamente.
El pequeño quien regaba las rosas en el pequeño balcón se detuvo un momento y afirmó haciendo un sonido con la boca. No deseaba hablar sobre eso.
Daniel se acercó con dos tazas —La de Woojin con el diseño de un oso polar —y se recostó sobre las barandas metálicas. Ese domingo era distinto a los demás; la luz solar de las cinco de la tarde se colaba por la atmosfera delicadamente, iluminando tenuemente la ciudad. La perspectiva que ofrecía la metrópolis ya no era apagada como Daniel acostumbraba a verla; sino impetuosa, los colores de las casas y los edificios resaltando más de lo habitual
Siguió observando a Woojin con cuidado, una sonrisa esbozada en su rostro al ver el esmero que ponía el pequeño con las rosas. En como cuidaba de ellas como si se tratasen de lo más importante; acariciándolas, expresándoles palabras de amor con los mayores gestos de ternura, como si le estuviesen escuchando.
—En serio te gustan —Afirmó después de darle el primer sorbo a su café. Woojin levantó la cabeza y sonrió tímidamente. Era la primera vez que su hyung (Como había acostumbrado a llamarlo) se mostraba interesando.
—Uh... si.
—¿Por qué?
El pequeño quien se encontraba de cuclillas se dejó caer hacia atrás hasta quedar sentado, y lo observó.
—Tienen un significado muy importante para mí.
—No entiendo.
El pequeño se deslizó hasta recostarse contra la baranda del balcón y miró el cielo. Sus ojos brillando repentinamente, las escasas nubes del cielo azul marino reflejándose en sus orbes.
—Pienso en las rosas como las guías del alma para encontrar la luz —Dijo, luego soltar un suspiro. Una acción que demostraba genuinamente la intensidad de las palabras que quería expresar.
El mayor apoyó los codos sobre el soporte y cruzó las piernas. Miró el cielo al igual que Woojin, la brisa que lo tocaba era cálida, un inusual aroma dulce acompañaba el ambiente, como si cerca, alguien estuviera preparando un delicioso zumo de miel con fresas.
En verdad era un buen día.
—Hay un mito... —Prosiguió Woojin; esta vez su mirada fija en Daniel —...Que habla de cómo los seres del más allá tratan de comunicarse con las personas de este mundo a través de los aromas —Daniel se giró a verlo, los ojos del pequeño ahora más oscuros y penetrantes que antes. Cuando continuó, sintió que el aire abandonaba sus pulmones, el aroma de antes imperceptible —Uno de ellos es el de las rosas.
—¿Eres un fantasma, entonces? —Preguntó.
Woojin soltó una carcajada por lo bajo y negó con la cabeza.
—Al principio lo creía, pero... —Se acercó nuevamente al pequeño vivero y luego de acariciar una de las rosas —Como siempre, tocándola tan delicadamente que parecía que se fuera a esfumar entre sus dedos— se pinchó voluntariamente su índice con una de las espinas. Una gota de sangre cayó en la tierra húmeda difuminándose en cuestión de segundos —¿Es posible que a los fantasmas les suceda esto?
Daniel instintivamente negó, una sonrisa en sus labios; de esas que bastan para que el otro continúe, sin tener la necesidad de articular alguna palabra.

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Now you can see me - Ongniel
FanfictionLas inseguridades de Daniel lo llevaron a cometer grandes errores; miedos y malas decisiones que terminaron lastimando a Seongwu. Pero cuando la culpa, el remordimiento latente que lo consumía lentamente se convirtió en un hecho tan doloroso como s...