¡No soy tan abusiva!

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Estaba con mi papá acostada en la cama, y él se veía muy asustado por mi estado

-¡¿Porqué no te curas?!- Exclamó frustrado

Recordé todo lo que había pasado en esas celdas y me moleste un poco

-Pues no lo sé- me crucé de brazos y tosí- Quizás porque te ahogan en matalobos cada hora- me senté- o porque te golpean si hablas, o no lo sé, quizás por que te dejan bajo un chorro de agua sin importarles si te estás mojando

-¿De que estás hablando?- preguntó con el ceño fruncido

-No lo sé, quizás de lo que me hacían en esas celdas- dije enojada, y me paré para salir a mi cuarto ya que el rencor se había apoderado de mi

-Jess- me jaló de mi brazo- ¿Enserio te hacían todo eso?- exclamo molesto

Rodee los ojos y levanté un poco mi blusa mostrando le los hematomas que estaban ahí en mi pancita

-¡¿Quién te hacia eso?! - gritó 

-Los guardias, bueno solo uno...- dije y el enojo de hace poco se me había pasado ya que vi que mi padre no tenía ni remota idea de lo que me hacían

-Ahorita me va a oír- dijo y comenzó a caminar hacia la puerta pero yo lo detuve

-¿Sabes? Papi, prefiero encargarme yo de esto- dije con un malvado plan en mente

-Emmm... no estoy seguro- frunció el ceño pero le hice un puchero- Bueno, pero te cuidas

Sonreí

(...)

Abrí la puerta que guiaba a los calabozos, y ahí estaba ese bastardo. Saque un poco mis uñas y comencé a caminar raspando la pared. Él rápidamente volteo

-¿Qué haces aquí?- gruñó

-Mmm, vengo a rendir cuentas- dije con una sonrisa

-Y tu ¿quién te crees como para dignarte a venir aquí a retarme?

-Te lo había dicho en una de esas cesiones en donde me dabas una buena paliza, soy la hija del Alfa- dije con superioridad- y déjame decirte que él está muy enojado contigo- dije viendo mis uñas

-P-pues a mi no me importa l-lo que piense el Alfa, no me vino a hacer nada

-Oh, oh, cariño, te equivocas, yo evité a que viniera a hacerte algo, por el simple echo de que...esto es entre tu y  yo- dije con una sonrisa- ¿O no?- Lo mire despectivamente y saqué completamente mis garras

-Y-yo señorita, lo siento

-Lo sientes ni madres- Alguien toco la puerta- Oh, mira, deben de ser mir refuerzos- me troné dedo por dedo

Fui a abrir la puerta y había un guardia, este mismo me entregó un maletín plateado. Lo coloqué en una mesa que estaba ahí y me acerque al guardia malo

-Siéntate- dije y con mis ojos señalé en la celda donde yo había estado antes

-Ni creas que...- no terminó la frase por que lo tiré dentro de la celda y sin dejarlo actuar espose sus dos manos

Tomé el maletín y saqué unas de mis herramientas. Sonreí

-Solo, relájate

(...)

Decidí que ya era suficiente así que simplemente lo solté, ambos salimos del cuarto ese, solo que él estaba muy débil y mareado

-Desde hoy quedas desterrado de está manada, si llegas a cruzar los límites del territorio tendrás un castigo, y está vez, créeme- solté una risa seca - no te tendré piedad

Crónicas de una Herida(2do libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora