Parte sin título 2

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Hermano

No es que le molestara pero... ¡mph! hizo un puchero y salió de la habitación.

Desde hace días Milo se encontraba más mimado y respondón que antes, hacia berrinche por todo y ya no mostraba el mismo interés por el nacimiento de su hermano como en principio.

Esto desconcertó un poco a sus padres.

Es que, si bien al principio Milo se mostraba feliz, e incluso presumía a todos sus conocidos la noticia de que pronto tendría un hermano, cuando paso el tiempo...ya no fue tan lindo.

Se había emocionado mucho al ver como la panza del mayor crecía poco a poco, y ni que decir cuando logro sentir sus primeras pataditas. El nene adoraba acostarse a un lado de su papi y poner la mano en el vientre de este, acariciando con ternura, pegaba su cara al estómago y se podía pasar horas hablando con su hermano.

Por desgracia no siempre es miel sobre hojuelas y cuando los cambios en su entorno empezaron a ser más notorios....

Los cambios llegaron y Milo empezó a sentirlos. El primero fue cuando perdió su cuarto de tesoros, una pequeña habitación ubicada a un lado de la suya, llena de cachivaches con los que el niño podía pasar horas jugando. Ese sería el cuarto del bebe, por lo que Kardia no tardo en desocuparlo, tirando aquellas cosas viejas que él creía innecesarias, innecesaria para un adulto pero no para un niño. El chiquillo se molestó un poco al ver como sus tesoros terminaban en una venta de garaje o en cajas que se llenarían de polvo en el sótano, pero lo dejo pasar, después de todo su hermano necesitaría un lugar donde dormir, y le agradaba que fuese a su lado.

El segundo cambio fue la comida, contrario con lo que paso con Milo, en esta ocasión Degel exigía cosas más saludables, así que ¡adiós comida chatarra! Los deditos de queso empezaron a escasear, lo mismo que las galletas de chocolate, rellenas de chocolate y cubiertas de otro tipo de chocolate, tampoco había pizza los fines de semana ni hamburguesas monstro, gracias a Dios las manzanas seguían ahí, de lo contrario se habría muerto de inanición.

El tercero, y el cual le dolió un poquito más, fue la atención. Si bien Kardia y Degel seguían al pendiente de él, ya no los sentía tan cariñosos como antes. Papá ya no lo acompañaba tanto y se la vivía atendiendo los caprichos de su papi y hermanito, arreglando su cuarto y complaciendo los extraños antojos del peli verde, que bien podían llevarle al otro lado de la ciudad a las tres de la mañana. Por su parte el francés se la vivía encerrado en la habitación, en reposo absoluto, no es que lo necesitara pero no deseaba volver a pasar una mala experiencia como con Milo, por lo que evitaba todo tipo de emociones fuertes y ruidos escandalosos, entiéndase Milo y sus locos juegos. También estaban sus abuelos, ellos seguían casi igual, le llenaban de mimos y regalos, solo que ahora esos mimos y regalos se vieron repartidos con el nonato. Al igual que Kardia, Zaphiri y Krest se la vivían complaciendo al cubo en todos sus caprichos, y pasaban horas con él en su habitación, ignorando al pobre Milo...o es lo que el nene creía.

En poco tiempo el nene se sintió remplazado...y eso no le gusto. Él era el rey de la casa, el bebito de papá y papi, su máximo orgullo y tesoro...y ahora...parecía que toda la atención recaía en el infante que estaba por nacer. Herido y molesto comenzó a portarse mal, buscando la atención que creía le estaban robando.

Esto no pasó desapercibido por sus padres... que sabían lo que ocurría y decidieron terminarlo.

-Milo, ven, tenemos que hablar.

Kardia apago la televisión y le ordeno seguirlo, Milo se cruzó de brazos y camino tras su papá, con el ceño fruncido. Fueron hasta la recamara de Degel, este se encontraba leyendo un libro, en cuanto los bichos entraron dejo su lectura y le pidió a su pequeño que se sentara a su lado, nervioso, y algo incómodo, el niño obedeció, Kardia se sentó y en nene quedo en medio de sus padres.

Bichos en el país del HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora