Cap 4.

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Mientras iba acomodando la leche y el yogurt en el refrigerador, recordaba como al llegar a casa después de una caminata y un poco de ejercicio solía acercarse a este y beber un poco de agua mineral que siempre solía guardar, daba un corto descanso y salía al jardín a ver sus lindas rosas, tulipanes, pensamientos, claveles y demás, solía aspirar el aroma de cada una, darles un poco de agua y contarle sus problemas que eran leves, solía quedarse con ellas horas y horas, ¿cómo estarían ahora que no las  visitaba? ¿ellas lo extrañaban? Ciertamente él a ellas si.

Amaba el sentarse en medio de sus lindas flores y darles al amor que sólo alguien amante de la naturaleza podía darles.

Lay y Yixing amaban la naturaleza.

Lay era ese modelo al que muchos admiraban, el diseñador de ropa con tanta imaginación como de apuesto tenía, un icono de la moda, alguien elegante y de buen porte que había impactado a las personas en toda Asia y Europa.

Yixing era el chico sencillo que vivía en una lujosa mansión, siempre humilde y de buenos sentimientos, que no le importaba nada más que sus flores y el bienestar de quienes quería.

Por desgracia, llevar mucho tiempo siendo Lay le había ocacionado el accidente, ahora vivía como Yixing pero sin sus flores y sin saber de los que quería, he ahí el por qué de su tristeza y soledad.

Cada mañana despertaba con la esperanza de ver aunque sea un poco como para diferencias las cosas, no le importaba ver a la perfección, sólo quería ver lo que lo rodeaba, si debía usar lentes podía hacerlo, no le avergonzada en lo absoluto.

El primer día en su mansión después del accidente le tomo tiempo recordar donde tenía cada cosa, iba tropezando por la casa con todo lo que estaba por el suelo, no es como que fuese desordenado, sino que...No tenía idea de donde estaba.

Jamás se dio cuenta de lo grande que era su casa, no podía llegar a su habitación, lloró, lloró como si se tratase de un niño sin su dulce.

Se sentía tan impotente, quería pedir ayuda, pero sabía que aunque lo hiciera nadie vendría a ver como estaba, sólo en casa, sin nadie a la vista, no sería ayudado y sería vano su esfuerzo.

Desde aquel día, la tristeza lo invadía de a poco, dejó de sonreír.

Leo, se convirtió en su compañía de las mañanas, entablaban conversación al menos 20 minutos y luego el contrario se iba.

No era mucho pero Yixing agradecía por ello.

Aprendió a reconocer las cosas por el tacto, a contar los pasos que lo separaban de su habitación, a distinguir olores, incluso quería aprender a leer y escribir en braille, lo necesitaba, pero por sobretodo, quería aprender a dibujar, dibujar con ese impedimento que era la pérdida de la vista.

Quería volver a diseñar, volver a creas cosas nuevas porque la imaginación era algo que no le faltaba jamás.

Por más de una noche, había caminando descalzo hasta su taller de costura donde descansaba su máquina "Malena" como él la llamaba.

Acariciaba ese aparato, casi con ternura y comenzaba a hablarle como si esta pudiera oír las palabras y responderle así como le hablaba a sus flores.

Los días fueron pasando y cada mañana era como el anterior, oscuro.

Estar encerrado le había provocado una sensación de nostalgia, nostalgia al mundo exterior, quería sentir el aroma de sus flores rodearle, la brisa en su rostro, la lluvia caer en sus mejillas y manos, extrañaba el calor del sol sobre su piel, extrañaba todo.

Así fue como cada noche antes de dormir rezaba porque algo bueno le sucediese, que cada que iba a dormir lloraba un poco.

Rezaba porque alguien llegase a su casa a cuidar de él, que le diera apoyo, palabras de aliento, no necesitaba que fuera alguien conocido o cercano a él, es más, no le importaba que fuera de su mismo estrato social, aún si fuera un ladrón canalla y sin vergüenza no le importaría, sólo no quería sentirse abandonado.

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