Infancia 2

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Como comenté anteriormente, la relación con mi abuela paterna nunca fue la más cariñosa, al contrario.

Por alguna razón que yo desconocía ella no me apreciaba, era la última en la que pensaba para todo, y dolía, siendo tan pequeña, darte cuenta que un familiar tan cercano no sentía el más mínimo aprecio por ti.

Tal era la aberración que sentía por ella que el solo hecho de pensar que el verano se acercaba y tenía que pasar semanas junto a ella me ponía' la piel de gallina y me hacia tener las peores pesadillas. Y os preguntareis ¿Por qué?

La razón es simple, me maltrataba, física y emocionalmente, me humillaba me hacía sentir mal.
Aún recuerdo el día que ya con quince años logré confesárselo a mi madre.

-Cariño, todavía no me has contado por qué no quisiste ir mas a la casa de verano de tu abuela- Se me erizó la piel al oír esa frase, y supe que era el momento de soltarlo todo.

-Mamá, la abuela nunca me ha querido, me pegaba, me obligaba a limpiar todo a mi sola mientras las demás dormían, me humillaba siempre que tenía ocasión...-No pude seguir hablando después de fijarme en la cara de estupefacción y enfado de mi madre, sabía que acaba de activar una bomba de relojería.

-No te preocupes cariño, no vas a volver a ver a esa mujer nunca más en tu vida- Y así fue, hasta el día de hoy no la he visto.

Mi padre siempre comprendió la situación y nunca me la mencionó, y tampoco sé si él la ha vuelto a ver.

Tal vez yo rompí su relación de madre e hijo. ¿Y si fue culpa mía que no se vieran más? ¿Y si no era para tanto lo que ocurría en la casa de verano y yo lo exagere por que echaba de menos a mi tía? Son pensamientos que siempre me recorrerán la cabeza, y que a veces no puedo acallar.

Como una másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora