S i e t e

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07. La misteriosa mentalidad de un hombre.

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- Nadie nunca es lo suficientemente bueno, asi que... estás dentro.

Abrió ambos brazos, en señal de bienvenida.

Nadie se había atrevido a decir nada, yo estaba parada, sin saber exactamente qué decirle al hombre poseedor del intelecto más avanzado en el lugar. Miré a la agente en busca de apoyo, en busca de la verdad y sobre todo para que me confirmará que efectivamente no era ningún sueño, pero ella solo se encogió de hombros. Tapé mi boca.

No podía dejar de pensar que efectivamente, el destino me estaba sonriendo de buena manera.

Habíamos llegado a eso de las diez. Margareth me había dicho que me quería lista al veinte el día anterior cuando nos vimos por la tarde en mi apartamento. Yo estaba limpiando porque el edor a licor no se iba; dijo que le parecía gracioso que yo resultará ser fanática a la bebida porque no lo aparentaba a simple vista, y yo no me moleste en aclararle las cosas, me tomaría por patética seguramente y no sé, pero le había soltado la sopa con respecto al sargento, saltándome la parte en la que aún seguia sobria, mucho antes de que Victor me invitará unos tragos. Pronto pareció ser que nuestro encuentro se basó más en consejos amorosos que para lo que realmente ella estaba ahí.

Exactamente me dijo: Te quiero lista al veinte para las diez, tengo que presentarte a alguien. Más nunca me habría imaginado que ese alguien era el mismísimo entusiasta de Howard Stark, el revolucionario hombre de la tecnología.

Me había emocionado lo suficiente como ser capaz de tirar mis cosas al piso. Y es que no era para menos, cuando le dije a Steve que quería ser la asistente de aquel hombre, estaba bromeando, porque claramente, podría llegar a ser imposible pero pareciese que él no y todo tenía que ser muy literal para él. Suponía desde un principio que el señor Stark tenía un trato con el gobierno estadounidense, ya que su empresa armamentista abastecia con armas al ejército americano, sí, era complicado poder conseguir empleo al lado de aquel hombre... Pero nunca imposible.

- Oh, cielos. ¡Gracias!

- Bienvenida seas, Godette. - Peggy dijo y el señor Stark me tendió la mano, y sin dudarlo, la tome cerrando el pacto que había formado desde que había entrado al lugar.

- No, me imaginó que debe ser algo bueno contar con el apoyo femenino de este lado - Mencionó sonriendo incómodamente - Pero, cariño, necesito mi mano.

Como la estúpida que debía parecer, solté su mano apenada. Ocultando la emoción que seguramente era notoria para ambos sujetos estaban postrados frente a mi.

- De acuerdo, no es lo que supongo que esperabas pero será una sustitución. - Peggy habló - El laboratorio no se mueve así que no más cambios. Vuelvo en un rato.

La Chica Anónima || Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora