【Capítulo 7】

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No se perdía nada con intentarlo, ¿verdad? Tenemos que atrevernos a romper nuestros miedos a veces.

ChanYeol respiró profundo antes de acercarse al más bajito con una sonrisa, estaba completamente convencido de que este era el día en que sus sentimientos debían de salir como una suave canción de sus labios. - ¿Me quieres acompañar?

KyungSoo abrió tan grandes sus ojos que brillaron más de lo que comúnmente parecía normal en ellos y asintió. Habían salido de clases y en vez de caminar con todos los demás, Yeol los llevó por el lado contrario causando una intriga gigantesca en el pecho del chico de labios en forma de corazón. Las únicas personas que notaron aquel cambio de dirección fue un JongIn de expresión triste y resignada; una Rosé decepcionada.

Caminaron por largos minutos, aunque quizá eran realmente pocos pero juntos todo se hacía tan lento; como si fuesen un vídeo al cuál le ponían pausa en los momentos correctos. ChanYeol miraba al frente mordiendo su labio inferior y con las manos en sus bolsillos preparándose mentalmente para lo que estaría por decir cuando encontrara un lugar correcto.

En los tranquilos alrededores encontró un rincón ideal, un parque tranquilo en donde algunas personas paseaban, buscó la banqueta más alejada y se sentó allí junto a su compañero, se demoró un poco en tomar el valor de carraspear y mirarlo.- KyungSoo yo... ¿tienes audífonos que me prestes?- A veces se sentía tan tonto, cuando más esperaba expresar sus sentimientos se olvidaba de algo importante en todo ese plan que había arreglado en su cabeza durante la última clase mientras miraba la nuca de la persona que más le gustaba en el mundo.

- A-ah, sí... creo que tengo.- ¿En serio lo había traído para pedirle los audífonos? KyungSoo se giró para buscar en los bolsillos de su mochila al par de olivas con cable blanco y se los entregó a un torpe ChanYeol que lo miraba con las mejillas teñidas de un suave carmín, como enamorada; aunque debía de admitir que le encantaba esa manera tan inusual de ser del alto.

Claro que los tomó y con dedos temblorosos los conectó en la entrada de su celular, se dedicó a buscar una canción y lo miró nuevamente.- Póntelos.

- ¿Yo? Pensé que eran para ti.

- Sólo póntelos, KyungSoo. No lo arruines.- Rió.

KyungSoo rió junto con él y claro, hizo caso. Cuando por fin tuvo puesto los aparatos ChanYeol le dio play a una canción que empezaba tan suave, tan linda.

"Tu eres demasiado hermosa para mí, y ya no es suficiente. Cada vez que sonríes para mí me preocupa que te decepcione..."

Hasta ese momento KyungSoo no lograba entender demasiado este asunto, sólo sentía como su pecho era víctima de la sensación esperanzadora que vibraba en su corazón reflejando como signo de aquello una sonrisa casi automática que apareció en sus temblorosos labios. Sin saber que hacer afirmó ambas manos en sus rodillas con la esperanza de calmar aquella ansiedad de escuchar y entender, pero no creyéndolo.

"...pero todavía quiero derretirte en mis brazos. Si eres como un chocolate oscuro, tus labios siempre tan dulces . Si eres como un chocolate oscuro, no puedo tener suficiente de ti..."

Giró su cuerpo en 45º grados en busca de una explicación al torbellino emocional que estaba aplastando sus órganos vitales, "¿cómo es posible que ésto me esté pasando?" y grande fue su sorpresa cuando sus ojos se cruzaron inevitablemente con los del alto, más cerca de lo que él claramente estaba esperando.

"...Mi dulce amante, mi mayor tesoro, mi dulce cariño, mi valentín..."

Y como si no fuese suficiente para acabar con su poca cordura, con los ojos más abiertos que antes sintió como Park ChanYeol estampaba sus labios contra los suyos en un beso que no fue suave, fue torpe. Sentía como  toda su razón hubiese salido volando de allí al sentir el cálido tacto de esos bordes. ChanYeol se alejó un poco creyendo que había hecho mal, que sería rechazado y no pudo evitar poner ojos de cachorro desamparado al ver el rostro sorprendido de su compañero.

- No me digas, te gustan las chicas...- Comentó antes de llevar sus dedos a la altura de sus labios, como si hubiese entregado algo que jamás podría recuperar.

Do KyungSoo soltó una carcajada y negó, sentía que había quedado idiota con todo; las cosas pasaban demasiado rápido y más si era con aquel chico que tanto le gustaba, no podía evitar sentirse de esa manera. Tan débil.

- No, no me gustan las chicas; ChanYeol.- Le miró con evidente vergüenza, lo reflejaba todo su rostro y expresión.- Me gustas tú desde hace un tiempo.

Si se pudiera describir la sonrisa y felicidad en el rostro de Park ChanYeol podríamos decir que parecía un duendecillo de navidad, de esos de mejillas rojas y sonrisa amplia de oreja a oreja. Además, por como las tenía naturalmente era difícil no creer lo contrario. Tomó nuevamente entre sus manos grandes las mejillas del más bajito y dio a esos labios otro beso en el cuál se perdió por largos segundos. Era el momento más dulce de su vida, el corazón de ambos hacía una sincronía como si de una sinfonía se tratara y ambos hacían bailar su par de labios al son de la melodía que creaban sus bocas.

- También me gustas tú...- Soltó un jadeante pero feliz ChanYeol.

Que emocionante era un beso para quienes más tiempo llevaban esperando, a quienes que desean con todo su corazón ser correspondidos aún si guardan su amor en silencio y sin dar señales de que existe en lo más profundo y amplio de su pecho, que emocionante era saber que las mariposas en sus estómagos no era una sensación unilateral. Era algo tan mutuo y natural, que parecía el plan que estaba destinado para ambos. Y darse cuenta de que los roces de sus manos eran el más desesperado movimiento por sentir una pizca de calor, que las miradas sincronizadas no eran una coincidencia lograda por su poco disimular, que esos momentos sin decir nada era donde más se decían todo, que el desear dio frutos. Y el fruto más lindo era estar compartiendo una mirada cómplice después de un beso más una tarde cualquiera donde los ojos de las personas no importaban más que el estado del clima sobre sus cabezas.

Si Park ChanYeol era su motivación para despertar cada mañana y empezar el día impaciente, ahora era tres veces más esa misma razón pero ansioso por derretirse unos segundos en sus brazos antes de fingir que nada más que una amistad cercana ocurre entre ellos.

Y los labios de Do KyungSoo eran la razón de encontrar más amargo su chocolate favorito, porque para ChanYeol no había nada más dulce y perfecto que ese corazón que se dividía en dos para recordarle que era suyo en un beso.





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Nunca hago notas de autor, porque me da paja.

Pero tengo que admitir que es primera vez que escribo algo tan mamón.

Gracias a las poquitas personas que me leen.

Bullying: Do Kyung Soo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora