Capítulo I

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Estaba muy aburrido, otro día más en aquél horrible lugar. Tan abandonado, tan solo, tan desconocido para el mundo. Así llevaba ya desde que tenía uso de razón. Cuando tenía cinco años, lo habían llevado allí. ¿La razón? Ni él la sabía.

Por lo que llegó a escuchar a los agentes de policía que lo llevaron a ese lugar, lo encontraron a él y a su hermano gemelo cómo únicos supervivientes en un accidente de tráfico, en el que sus madres fallecieron.

No recordaba absolutamente nada sobre aquel accidente, ni tan siquiera cómo eran sus padres, ni cómo se llamaban. Eso siempre le frustró, porque no podía recordar sus rostros, ni tenía recuerdos de ellos. Sólo sabía que tenía un hermano gemelo, tan idéntico cómo él, que estaba también en ese orfanato. Cómo los agentes que los llevaron no sabían sus nombres, le pusieron a él Ash y a su hermano Satoshi.

Y desde que fueron llevados al orfanato hacía ya tres años...

Se encontraba tumbado en su cama. Compartía habitación con dos chicos más y su hermano. De pronto, la puerta se abrió, entrando al lugar Satoshi seguido de uno de sus compañeros de habitación.

- ¡Devuélveme eso, Satoshi! ¡Es mía! – le gritaba un chico de cabellos castaños.

- De eso nada. Me gustó mucho esta gorra – respondió mientras se la colocaba en su cabeza – Me la voy a quedar.

- ¿Qué? ¡De eso nada! Fue un regalo que me hizo mi mamá – lloriqueaba el niño. – Le tengo mucho cariño.

- Oh, vamos, no me puedo creer que te aferres tanto a tu regalo que te hizo tu mamá, cuándo ella te abandonó – esas hirientes palabras hicieron que el niño llorara más.

- ¡Eso no fue así!

- Sí, claro, por eso estás aquí, ¿verdad?

- Satoshi, deja de decirle eso a Takeshi – regañó Ash a su hermano – Le estás haciéndose sentir mal por tus palabras – su igual hizo una mueca de disgusto. – Además, si esa gorra no es tuya, devuélvesela, no debes quedarte nada que no sea tuyo.

- Ya tuvo que meterse el niño tonto y bueno. Yo hago lo que quiero. Y me vas a decir que si no está aquí es porque su mamá lo abandonó.

- ¡Tú también estás aquí! – se defendió Takeshi.

- Pero es diferente, porque mis padres murieron. Pero pronto me adoptará una familia rica – comentó feliz – Y me iré de este estúpido lugar.

- ¡Sigue soñando!

- ¡Por supuesto que será así! – las voces hicieron que una de las cuidadoras del orfanato entrara a la habitación.

- Niños, ¿Qué es este escándalo? ¿Por qué estás llorando, Takeshi? – el niño se abrazó a la mujer.

- Satoshi no me quiere dar mi gorra, se la quiere quedar, y es un regalo que me hizo mi mamá.

- Satoshi, ¿Cuántas veces tengo que decirte que no tomes cosas que no son tuyas? Devuélvele ahora mismo la gorra a Takeshi. – el azabache volvió a hacer una mueca de disgusto y se la devolvió arrojándosela desde lejos.

- Así no se dan las cosas. Ahora, pídele perdón por tu comportamiento.

- ¡No quiero! – se cruzó de brazos.

- ¡Valiente muchachito! Tienes que portarte bien, y ser bueno con tus compañeros. Si molestaste a Takeshi y tomaste su gorra, tienes que pedirle perdón – Satoshi giró su cabeza en modo de negación.

Doble CaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora