Llegó el día siguiente, y Satoshi se levantó de buen humor. Se preparó y se marchó. Pensó que enfrentándose a su hermano y llevándose mal con él, no iba a conseguir nada, por lo que decidió que lo mejor, era tener una tregua.
Pero no una tregua normal, sino la que él quería. Les haría creer que tenía buenas intenciones de cambiar, pero no así. Sobre todo, con Serena. Haría cómo el que se quería llevar bien con Serena, y que no tenía ya malas intenciones con ella. Primero tenía que ganarse su confianza, aunque sabía que le iba a resultar muy complicado.
Con su hermano lo veía más fácil. Cierto era que desde que le hizo eso a la chica, Ash iba a estar alerta y receloso si él se acercaba, pero con él mismo sería un poco diferente, ya que era su querido hermano, que llevaba tanto tiempo sin verlo.
Con la excusa de que, al ser hermanos es mejor llevarse bien, y también para intentar recuperar el tiempo perdido. Pero sus intenciones eran otras. Una vez que ambos estén confiados en él, y piensen y crean que de verdad ha cambiado, aprovecha la situación para intentar conseguir a Serena, y también, destruir a su hermano.
Llegó al edificio principal, y se encontró que Serena estaba en su taquilla. Miró para todos lados. Perfecto, no se encontraba su hermano por ningún sitio. Era el momento perfecto.
Respiró primero profundamente, esperando que todo saliera bien, y después, se acercó a ella.
-Hola, Serena – le saludó de la mejor manera posible para que no se alejara de él a la mínima.
-¿Qué es lo que quieres, Satoshi?
-¿Cómo sabías que era yo? – preguntó sorprendido, sin ocultar su verdadera identidad.
-Fácil. El estilo de vestimenta de Ash y tú es diferente.
-Cierto, llevas razón – dijo apoyándose sobre una taquilla.
-Te vuelvo a repetir qué es lo que quieres.
-Hablar contigo.
-Yo no tengo nada que hablar contigo después de lo que quisiste hacer – cerró de golpe su taquilla y se empezó a alejar del joven, pero Satoshi se puso delante de ella.
-Yo sí. Quería... - ahí estaba el momento de la verdad. Tenía que salirle lo mejor posible – Quería disculparme contigo... Se me fue el momento de las manos... Yo... No quería hacer todo eso.
-Vaya, sí que te contradices, porque oí todo lo que le dijiste a tu hermano. ¡Lo hiciste apropósito!
-¡Claro que no! De verdad, lo siento. Sólo quiero que nos llevemos bien. Y pedirte perdón por lo que hice.
-¿Llevarnos bien? ¿Perdón? Eres consciente que no me creo absolutamente nada, ¿verdad? – se cruzó de brazos.
-Tienes que creerme, de verdad.
-Si estuvieras de verdad arrepentido, no deberías haberte hecho pasar por tu hermano.
-Y lo sé. No volveré a hacerme pasar por mi hermano, de verdad – Serena lo miró. En su rostro parecía que de verdad estaba arrepentido. Pero algo dentro de sí le advertía.
-Mejor será... Que dejemos un tiempo. Puede que de verdad estés arrepentido, pero entiende que yo no puedo perdonarte ni olvidar tan fácilmente todo aquello.
-Está bien, hagamos una cosa. Te daré tiempo para que confíes también en mí – le extendió la mano - ¿Tregua?
Serena dudó por unos instantes, pero acabó aceptando y estrechando su mano.