Capítulo III

1.1K 102 133
                                    



Serena entró a su casa muy feliz. Se sentía flotando en una nube. Se había reencontrado, después de varios años, con Ash, y la había invitado a una fiesta. ¿Eso contaba cómo primera cita?

Subió corriendo las escaleras, sin saludar si quiera a su madre, que se encontraba en la cocina, y fue directa al armario. Tenía que elegir una buena vestimenta para esta noche. Puso toda su ropa sobre la cama y empezó a probársela, hasta que por fin encontró una que le gustó.

Su madre, al oírla llegar pero no saludarla, subió preocupada para saber si le pasaba algo.

- Serena hija, ¿te encuentras bien? – abrió la puerta, encontrándose con todo un arsenal de ropa extendida por todas partes – Pero ¿se puede saber qué es esto?

- Bueno, es que me reencontré con Ash, y me invitó esta noche – dijo pegando pequeños saltitos.

- ¿Ash? ¿Ese es el chico con el que estabas en el orfanato? – ella asintió - ¡Vaya! Entonces es fabuloso que te volvieras a encontrar con él. ¿Y a dónde irán?

- Me invitó a una fiesta – Grace puso cara extrañada. – Puedo ir, ¿verdad mamá?

- ¿Una fiesta? ¿Desde cuándo te gustan ese tipo de eventos?

- Y no me gustan... Pero es que Ash me invitó, por lo que por eso quiero ir. ¿Me dejarás?

- Bueno, habla luego con tu padre. Pero ten mucho cuidado.

- ¡Gracias mamá! – la abrazó.

- ¿Y ya decidiste la ropa? – Serena asintió.

- Sí. Es esta. ¿Te gusta? – dijo mostrándosela. La mujer sonrió.

- Está muy linda. – Serena sonrió feliz.

Satoshi llegó también a su casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Satoshi llegó también a su casa. Soltó su mochila en la entrada y fue para subir a su habitación, pero su madre le habló.

- Satoshi, ¿por qué no saludas cuando llegas a casa?

- Perdón, es que tengo un poco de prisa, quedé con unos compañeros de clase y después me voy a una fiesta.

- ¿Otra fiesta? Es la tercera esta semana - gruñó la mujer - ¿Es que no te cansas?

- No tengo culpa que sea tan popular. Si me invitan, tendré que ir – se encogió de hombros.

- También puedes negarte, pero sólo haces eso. ¿Desde cuándo cambiaste tanto? – Satoshi se quedó callado – Tú nunca fuiste así, cambiaste desde que te juntas con esos amigos tuyos, hijo.

- Yo no cambié. Sigo igual – miró su reloj – Me tengo que ir mamá, me están esperando en el centro. Puedes acostarte, no sé a qué hora regresa.

Doble CaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora