Capítulo XV
La Seño Leti, seguía mirándolos un poco extrañada. Lo que querían hacer era entre una mezcla de locura con la esperanza de ayudar al pobre Kenta, pero también tenían que pensar que no sería tan fácil cómo pensaban, pero, aun así, no pudo evitar sonreír levente. Sonrisa que se le esfumó rápidamente del rostro al recordar a Kenta.
—Tengo que... Tengo que decirle a Kenta sobre lo ocurrido...
—Seño Leti, déjeme que sea yo quién se lo diga, por favor.
—¿Estás seguro de esto, Ash? No tienes porqué ser tú quién se lo diga, sería bueno que el psicólogo del orfanato estuviera también presente.
—Por favor, yo quiero decírselo —ante la cara de súplica del azabache, no pudo negarse.
—Está bien, díselo tú, pero por favor, Ash, ten mucho tacto a la hora de contarle. Y no le vayas a mencionar nada aun sobre la adopción.
—Sí, no se preocupe, yo sé cómo decirle —no dejó ni que Serena le dijera de acompañarle o no, ya que salió en busca del niño.
Fue al jardín trasero, y no lo vio jugando en los columpios, por lo que lo buscó también en la sala de juegos. Al no encontrarlo, pensó que seguramente estaría en su habitación, así que se dirigió allí.
Llamó a la puerta, y asomó su cabeza que Kenta, al verlo se alegró.
—¡Ash! ¿Qué haces aquí? —se levantó del suelo, ya que estaba jugando a las cartas con su compañero de habitación, y fue a abrazarlo.
—Tenemos que hablar, campeón —le dijo en un tono triste mientras le acariciaba los cabellos.
—¿Sobre qué? ¡Ah, ya sé, te dieron mi adopción! —exclamó feliz, haciendo que Ash se entristeciera por eso.
—No, no veía por eso. Te tenía que decir una cosa importante —el compañero de habitación de Kenta, se levantó y se despidió de ambos con la mano. El azabache se sentó en la cama de debajo de las literas, y con su mano, le indicó al niño que lo acompañara.
—¿Y entonces qué es? Estás muy raro, ¿es que hice algo malo? —Ash negó con la cabeza.
—Claro que no, sólo tenemos que hablar —el niño se acomodó mejor en la cama, y lo miró fijamente —Verás... —carraspeó, ¿cómo le decía a un niño que sus padres habían muerto? —. Tú sabes por qué estás aquí, ¿verdad?
—Eh... sí, no quisieron que me quedara con mis papás y me alejaron de ellos... —respondió un poco triste.
—Tus papás se tuvieron que ir a otra ciudad para poder recuperarte, y así volver a estar contigo, porque tus papás te quieren mucho, ¿a que sí?
—¡Sí! Eso lo sé. ¿Es que no les permiten que me recojan de aquí?
—Claro que no, nadie les prohíbe no venir a por ti, y ellos querían verte lo más pronto posible, y por eso, estaban trabajando en otro lugar.
—¿Y entonces?
—Verás, campeón... tus papás no podrán venir a por ti, pero no porque no quieran, sino porque trabajando, sufrieron un accidente.
—Se... ¿Se... murieron? —se llevó sus manos a sus ojos, que empezaron a derramar alguna que otra lágrima. Ash lo abrazó.
—Así es, campeón, lo siento... Pero no estés triste por ello, porque ellos no querrían verte llorar, sino ser un niño fuerte como has sido hasta ahora. Ellos desde ahí arriba te van a proteger y van a estar siempre contigo aquí —señaló su pecho.