Capítulo 1

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¿Qué está pasando? Todo es confuso, no veo bien, no pienso claramente, mi corazón late muy fuerte, ni siquiera recuerdo mi nombre. El cuarto está frío, estoy temblando, asustado, cubriéndome con una cobija, pensando en lo que acaba de pasar. Puede que sea un sueño, pero se sintió tan real ¿estaré loco?

         No podía confiar en lo que vieron mis ojos, puede que estuviera alucinando por la anestesia, pero me sentía bien, totalmente cuerdo, entonces ¿era real lo que había visto hace apenas unos minutos? No puede serlo. Alguien más tuvo que haberlo visto.

         – ¡Enfermera! ¿Qué acaba de pasar?

         – No te preocupes José, todo está bien. Puede que sean los efectos secundarios de los calmantes y la anestesia que te pusimos hace un rato. El doctor dijo que, por la cantidad de anestesia que te pusimos, podrías sufrir confusión o en el peor de los casos alucinaciones, pero nada grave, descansa un poco.

         Tiene razón, debo estar alucinando. Me siento un poco mejor, estoy empezando a recordar lo que pasó...

         Hasta ahora, he tenido una vida normal. Voy, o bueno, iba en primer semestre de preparatoria, a punto de empezar el segundo. Era buen estudiante, aunque simplemente era uno más, no destacaba en nada. Mis calificaciones eran ordinarias, no eran ni las mejores ni las peores.

         La mayoría de los maestros me odiaban, sobre todo el profesor Velásquez, y ni hablar del profesor González. Me encantaría contarles sobre todas esas novelas que leí cuando me sacaba en sus clases, o de todas mis "obras de arte" hechas a lápiz que aún tiene guardadas en su cajón. Estos maestros en especial, hacían sus exámenes tipo "biblia" que nadie alcanzaba a completar, algunos ni siquiera se esforzaban. Yo simplemente contestaba lo que sabía y, si me quedaba tiempo, al final inventaba las respuestas a las demás preguntas. Ese truco siempre funciona, te llevas algunos aciertos extras sin pensar mucho. Y aunque no era el mejor, me encantaba ver la cara de los maestros al momento de decir mi calificación. Nadie sabe cómo aprobaba, y además con una buena calificación, pero lo hacía.

         Pero a pesar de todo lo malo, me gustaba ir a la escuela. Tenía muy buenos amigos; además pasaba muy buenos ratos ahí, debía, ya que pasaba la mayor parte del día en la escuela. Y a pesar de lo que les he dicho de mi problema con los maestros y mis calificaciones, soy muy inteligente, y muchos me lo han dicho. Siempre he pensado que un simple número en tu boleta de calificaciones no define tu inteligencia.

         Pero no estamos aquí para hablar sobre mi vida académica, ustedes están aquí para que les cuente una historia.

         Recuerdo mi último día de clases, era un viernes, mi día favorito. Empezaba con dos horas de cálculo a las 7:00 a.m. con el profesor Alejandro, seguidas de dos horas con el profesor González en laboratorio y, después de esas estresantes 4 horas, empezaban los 20 gloriosos minutos de receso, después una hora de inglés con el teacher Saúl y dos horas más de laboratorio.

         El salón estaba más tranquilo de lo normal, siempre había "relajo", según todos los maestros. Creo que ya habíamos traumado a los maestros, estaban tan acostumbrados a tanto desorden. Pero ese día ninguno de ellos salió del salón con dolor de cabeza. Supongo que todos estaban ya cansados de estar ahí, era semana de exámenes. Yo también estaba un poco estresado.

         Al fin salimos y, como todos los días, me fui caminando con Alicia. Siempre íbamos riendo, algunas nos miraban como si fuéramos unos locos, pero a nosotros no nos importaba. Siempre hablábamos de cosas sin sentido y a veces nos poníamos serios para hablar de algún problema que nos agobiaba. Todos los días le platicaba sobre la conspiración que sospecho que todos los maestros tienen contra mí. Aunque piensen que estoy loco ella también apoya mi teoría.

El contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora