►Estúpida Red Social◄ [Pausada]

Cuando las luces se apagan

Luego de la caminata más incomoda de mi vida, llena de silencio y tensión, llegamos a la casa de este.

Una casa simplona, como él.

Es de un piso, con un pequeño patio y a un lado lo que parecía un galpón, pero bien yo sabía que era un improvisado gimnasio.
El nerd entrenaba diario. Se había acostumbrado, luego de tantos años intentando poder ser un adecuado "recipiente" para el poder que aceptó.

Entro aún dudoso a la casa, pues desde hace mucho que no voy. Mis ojos instintivamente se desvían hacia la puerta, dudando aún si escapar.

«No, no puedo escapar.
Yo no huyo de nadie»

—Kacchan, ve al comedor mientras preparo tu ramen.

Ante la petición alzo una ceja confundido.

¿No estaba tan impaciente por hablar?, y ahora se ponía en modo ama de casa.
¿Qué demonios pasaba por la cabeza de ese idiota?

—Como quieras.— contesto tomando asiento. La situación me convenía. Tal vez se hubiera arrepentido, y de verdad íbamos a sólo trabajar en la estúpida clase.

«Aunque realmente no sé si es peor hablar de esa mierda o trabajar»

Medito mis opciones, siempre terminando por descartar el hablar de aquel tema que tanto me incomoda.
El temor a quedar como un degenerado me lo impide.

—Kacchan, está bien caliente no te vayas a quemar. Y aquí tienes más picante— escucho decir, ya viendo el plato frente a mi.

Deku se parecía mucho a su madre, siempre era extremadamente atento.
Cosa que no iba a agradecer, era su deber por ser mi eterno dolor de cabeza.

Comemos en silencio, era incómodo pero la comida estaba tan buena que la verdad, ni me importaba. Amo el picante.

«Demonios, qué hambre tenía... con todo lo que pasó en la mañana ni pude desayunar.»

—Kacchan...

Ante el llamado alzo la vista del plato y paro de tragar.

Se ha acabado mi suerte.

—Está bueno esto...— comento mientras sigo tragando, esperando que con ese intento de alago este se distrajera.

—Me alegro que te guste, pero quería hablar de-

—Eso de las clases realmente te emociona, ¿no?. Será mejor dividamos el-

—¡KACCHAN!— gritas quitándome el plato.
Esa no la vi venir.
—No te voy a dar más comida hasta que me digas qué te pasa— adviertes con gesto preocupado, pero a la vez desafiante.

«¿Este idiota me está extorsionando?», dudo mientras mi orgullo se apodera de mi, otra vez. Si tanto quería saber se lo diría, a ver qué puta cara ponía.

—Vilamierdaquepublicaneninternet denosotros...— comento rápidamente, al punto que se me atropellan las palabras.

Sonó mil veces mejor en mi cabeza,
lo juro.

—¿Cuál?—  preguntas aparentemente relajado.

«MI-ER-DA,
no lo sabes.
¡Carajo!»

Iba a transformarme en un completo pervertido. Ya podía oír las carcajadas de Kirishima y Kaminari por la eternidad.

—Basura de nosotros...— gruño, mientras pienso en cómo excusarme para no quedar como un pervertido —... Juntos.— agrego carraspeando mi garganta y deseando desaparecer.