Cap.3 Una semana

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Llevaba apenas seis días ahí y ya los odiaba más de lo que creí poder odiarlos, ¿tan desesperados estaban por tener sexo conmigo? Habían contratado solo canales de televisión que fuesen sobre arte, y odio esto... en verdad moría por dibujar, ver tantas obras de arte en la televisión me daban más ganas de dibujar... y a ellos no les importaba que esos fuesen los únicos canales de televisión, los veían aún así, y a menudo dejaban la televisión disponible para mi, pero yo no me atrevía a prender el televisor... respire profundo e ignoré lo que mis pasiones pedían, ignoré aquella parte de mi que aún me hace humana, pero hay algo que no me pueden quitar y es mi voz, para evitarme problemas solo tarareaba canciones en voz baja mientras hacía los quehaceres de la casa, y en la noche, a eso de las once, me llevaban a la habitación y hablaban conmigo para saber si yo quería que me compraran algo y eso implicaría que tendría que someterme sexualmente ante ellos, pero diario me negaba y decía que todo estaba "bien", y después de eso me bajaban al sótano y me encadenaban a la pared poniéndome un grillete frío en el tobillo.

Comenzaba a fijarme en varias cosas: en ver quienes trabajan y quienes se quedan en casa, en donde estaban los insecticidas y demás cosas así por si se me daba la oportunidad de envenenarlos, y también pude notar que dos de ellos tienen un teléfono celular, pero siempre lo llevan en sus pantalones por lo que me sería difícil quitárselos sin acostarme con ellos.

En esos seis días, noté que eran bastante predecibles... o eso me hicieron pensar. El séptimo día que yo llevaba ahí, creí que ya los tenía suficientemente calculados, los que trabajaban eran Osomatsu, Choromatsu, Todomatsu y Karamatsu, dejando conmigo a Ichimatsu y Jyushimatsu, los más distraídos de los seis, y eran bastante rutinarios por lo que no pensé que eso fuera a cambiar, fui una estúpida. Choromatsu es el que diario baja a liberarme del grillete a eso de las seis de la mañana para que le haga el desayuno mientras me vigila, en lo que hago el desayuno, los demás que trabajan despiertan y Karamatsu me ayuda a cocinar, el primero en irse a su trabajo es el que me despierta, después de desayunar, Osomatsu toma una ducha y se va una hora después de Choromatsu, Karamatsu repite el proceso quince minutos después que el mayor, y ahí despierta Jyushimatsu, después de que Karamatsu sale de bañarse, inmediatamente entra Todomatsu, y estos dos se van juntos al trabajo, y me quedo sola con Jyushimatsu hasta las once de la mañana que es cuando despierta Ichimatsu, a las dos de la tarde me ayudan a cocinar la comida, y después de comer me dejan ducharme tranquila, aunque claro, no tengo más ropa que la que tenía puesta cuando me compraron, así que la sensación de estar sucia sigue ahí, pero pensaba que pronto se acabaría y volvería a tener mi propio armario con mi propia ropa; a las tres de la tarde, Jyushimatsu veía un programa que era un concurso de dibujo, e Ichimatsu se quedaba en su habitación a acariciar a unos gatos callejeros que lo venían a visitar, como repetiremos esto esos seis días, supe que ese era mi momento para escapar.

Me arrastré por el suelo mientras que los otros dos estaban distraídos, me acerqué a la puerta casi llorando de la emoción pero justo cuando abrí la puerta, tenía frente a mi a Osomatsu, quien de un golpe en el costado me tiró alejándome de la puerta.

- ¿¡Qué demonios crees que estás haciendo!? - exclamó llamando la atención de los otros dos

Jyushimatsu se acercó rápidamente y se interpuso entre Osomatsu y yo, por un momento pensé que me defendería, pero al voltear a verme, su sonrisa desapareció.

- Midori-chan... ¿por qué nos quieres dejar? - dijo el de amarillo - ¡No te irás nunca! - me dio una patada en el estomago dejándome sin aire

Me tomó de las manos y me arrastró hasta el sótano donde me colocó el grillete otra vez.

Joder... estuve tan cerca... si lo hubiese hecho ayer ya sería libre... lágrimas caían otra vez y esta vez no quería llorar en silencio, lloré como aquellas primeras semanas que me secuestraron, pero también fui silenciada a base de miedo, amenazas y golpes... pero saber que pude escapar y que fue un día tarde era de las cosas más amargas que he sentido en mi vida.

Estar ahí en esa completa obscuridad me calmaba un poco... perdí el miedo a la obscuridad estando con las otras personas, comencé a relacionar la obscuridad con seguridad, por lo general nos encerraban a cada una en una especie de jaulas que tenían a penas un par de agujeros para poder respirar, entre más grande fuese la jaula, era mejor para nosotras, significaba que valíamos más y que nuestras posibilidades de morir a manos de ellos eran pocas, solo había cinco de esas cajas, y yo conservé la mía por todos esos años que estuve ahí, además de que eran las que los mismos jefes de esa mafia aseguraban, nunca faltaban los empleados de rangos más bajo que irrumpían en las cajas que eran menos seguras y escuchaba como violaban a otras chicas... la obscuridad de la caja significaba que estaba segura ahí y que nadie me tocaría estando ahí.

Al no tener un reloj en el sótano no sabía la hora, además de que en la completa obscuridad nunca iba a poder ver la hora, pero aún no tenía sueño, así que solo estaba acostada y pensando cómo librarme de ellos, pero entonces se abrió la puerta y ahí estaba Jyushimatsu con su gran sonrisa otra vez y tenía algo con él.

- Midori-chan, ¿estás despierta? - preguntó y no respondí, se acercó más a mi - ¿Estás molesta conmigo por algo que tú provocaste? - estaba enfadada, de tener la fuerza suficiente ahí mismo lo habría matado, pero me contuve y suspiré - Aún así, creo que te pateé demasiado fuerte, toma, te traje esto - volteé a ver y tenía un trozo de pastel y leche

- ¿Está envenenado? - pregunté

- No, no planeamos matarte -

- La muerte es una idea maravillosa, lastima que no tenga ese privilegio por parte de ustedes -

- Juro que no está envenenado, mira - con la cuchara tomó una pequeña porción del trozo de pastel y la comió, y dio un pequeño sorbo al vaso con leche

Tenía hambre, así que no me negué y comí, fue bastante incómodo con Jyushimatsu sentado frente a mi, y una vez terminé, él no se iba.

- ¿Qué? ¿Por qué sigues aquí? - no dijo nada y me abrazó, forcejeé un poco con él y me liberó del abrazo, tuve miedo de que quisiera abusar de mi - ¡Suéltame! -

- Perdón... en verdad lamento haberte lastimado... no quiero que Midori-chan me odie - juraría ver pequeñas lágrimas en sus ojos, iba a darle la espalda y acostarme otra vez pero tenía algo que podía aprovechar

- ¿Quieres que te perdone por haberme golpeado? Me dolió más que me dieras una esperanza de que ibas a protegerme -

- ¡Perdóname por favor! -

- No te voy a perdonar nunca -

- ¡No, no! Haré lo que sea -

- Dudo que me dejes escapar -

- ¡Todo menos eso! -

- Consígueme ropa entonces, quiero ropa interior, pijamas y ropa de diario -

- ¿Cuales son tus tallas? -

- Ropa interior... ah, apunta todo esto - nunca vi de dónde pero sacó una libreta y una pluma de la nada - quiero por lo menos dos sostenes deportivos medianos, de pantaletas... mínimo quiero tres y también medianas, toda mi ropa es mediana, así que quiero dos pijamas: una de pantalón largo y otra de pantalón corto y la playera sin mangas, y de ropa de diario tráeme lo que quieras excepto faldas y blusas de tirantes -

- ¡Te lo traigo mañana! -

- Pero si tu no tienes empleo -

- Mañana me toca trabajar, saliendo iré a comprarte la ropa, por cierto, me pidieron los demás que te dijera que mañana estás castigada y no podrás salir de aquí hasta que los seis estemos en casa -

- Lo supuse... -

- Nos vemos entonces, Midori-chan, ¡buenas noches! - y se fue para dejarme en la obscuridad otra vez

MatsuSlaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora