Capitulo XXXI

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P.V.O. NORA

-¿por que no comes?- bien que sabes hijo de tu mama, eso debería decirle pero soy buena niña -¿acaso tiene algo en especial esa comida que no puedas comerla?- me puse mas pálida de lo normal ¿como lo se? pues el reflejo en la cuchara no engaña.

Justo cuando le iba a responder fui salvada por la campana, en este caso por el timbre de la casa, agradecí mentalmente a todos los cielos del mundo y me levante rápidamente de la silla dándome un golpe contra la mesa haciendo que la comida que con tanto "amor" le prepare a Chad cayera de la mesa hacia el piso, así que en conclusión recibí un golpe ( que mañana va amarecer como si me hubieran dado los golpes de mi vida) y el plato termino en pedazos, si damas y señores soy un total desastre.

-esto... este... yo... mm... tu... ehh...creo que mejor voy a ver quien esta en la puerta- dije rápida y nerviosamente para después salir de ese lugar lo mas rápido posible.

No preste atencion a la gran pero enorme carcajada que soltó Chad al segundo después. Solo seguí mi camino hacia la puerta, al abrirla no encontré a nadie así que di otro paso cruzando el umbral de la puerta, en seguida el frió aire choco contra mi cuerpo haciendo erizar mi piel. Pero a pesar del frió moviendo mi cabeza de lado a lado no visualice a nadie en el panorama, nuevamente el aire golpeo mi cuerpo así que decidí entrar y justamente cuando iba a cerrar la puerta observe que había una caja en el piso, parecía casi un regalo, simplemente lo cogí y cerré la puerta.

Mire la tarjeta que decía:

De: Tu amor pasado.

Para: Mi amada Camelia.

No se el porque pero al mirar esto, me dio una sensación de que no tenia que enseñarle a nadie, que tenia que esconderlo de Chad. Pero yo no conozco a ninguna Camelia desde que eh estado aquí, tal vez Chad conozca alguien de su manada porque se pudieron equivocar de casa ¿verdad?.

Cuando llegue a la sala hay estaba el, viendo una película y ahogándose en palomitas de maíz, literalmente se estaba ahogando pues de tanto reírse como foca loca se atraganto con una palomita, y después el desastre soy yo.

Me acerque por la parte de atrás y le golpee fuertemente en la espalda -¡¡¡que me has hecho daño!!!- me casi grito

-¡calla!- le silencie -mas me dolió a mi que a ti, créeme- le dije sobando mi mano

-por maliciosa- susurro para el 

-por cierto- me senté en el brazo del mueble y puse la caja en mis piernas -¿conoces a una tal Camelia?- le pregunte mirándolo

De pronto todo su semblante cambio a uno serio y con una voz que me hizo erizar la piel me pregunto -¿como sabes de ella?-

Secuestrada por el lobo (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora