Capitulo 14

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—Gracias...— pago el taxi y me bajo.

Entro en el cementerio y comienzo a caminar en dirección a la tumba de mi padre. Cuando estoy por llegar, veo un hombre de pie ante ella y se parece demasiado a mi padre.

— ¿Papa?— articulan mis labios y el hombre se da la vuelta.
—No, soy Santiago Montgomery— me extiende la mano en forma de saludo.
— ¿Eres algo de mi padre?
—Su hijo y por lo visto tu hermano mayor. Hannah ¿cierto?
— ¿Cómo sabes mi nombre?
—Papá hablaba siempre de ti cuando nos veíamos. Eras la niña de sus ojos.

Escuchar esas últimas palabras me conmovieron y las lágrimas comenzaron a caer de nuevo. Él solo me miraba llorar y mi instinto en ese momento fue romper con el poco espacio que queda entre nosotros y abrazarlo. Lo tome por sorpresa, más no me negó el abrazo. Frota mi espalda con su mano derecha.

— Lo siento. — me disculpo al soltarlo y me limpio las lágrimas.
—No te disculpes, al contrario, yo soy el que debería pedirte perdón.
— ¿Tu por qué lo harías? No has hecho nada.
—Debí haberte buscado antes...
—No supe de tu existencia hasta hace unos días que mi madre me lo dijo
—Yo solo te pude ver unas cuantas veces cuando eras apenas un bebé.
— ¿Por cuantos años eres mayor que yo?
—Por 13 años, cumpliré 37 en cuatro días. Daniel tiene 38.
—Cierto, mamá me dijo que eran dos.
—Podríamos ir a tomar una copa los 3 para conocernos mejor y...
—No puedo beber— solté así sin más.
— ¿Abstemia?
—Embarazada.
—Oh, muchas felicidades. Este es mi número — me entrega una tarjeta de presentación con sus datos. —Tengo que ir al recital de ballet de mi hija...
—Gracias y mucha suerte a tu hija— me da un abrazo de despedida y lo veo alejarse.

Me acerco a la lápida y muevo una rosa que imagino que Santiago acaba de traer. Leo la leyenda inscrita...

Aquí descansa un padre, esposo y hermano amoroso.
Eric Thomas Montgomery
5 Noviembre 1955 – 18 Febrero 2010

Ya han pasado 7 años y aún se siente como si hubiera sido ayer. El dolor en mi pecho se sintió tan vivo cuando quede atrapada en el elevador con Christian. Haber sido violada el mismo día que enterraste a tu padre, es algo indeseable para alguien más. Me pongo en cuclillas y siento el viento correr a través de mi rostro, me quedo así durante un largo rato. Pierdo la noción del tiempo y está comenzando a hacer fresco o quizás yo me estoy helando. Me gusta estar aquí. Se siente mucha paz.
Siento como vibra mi bolso y me apresuro a buscar mi celular. De pronto miro la hora y noto que ya son las 5pm, el cementerio debe de estar por cerrar. Me apresuro a salir y contesto mi teléfono sin mirar la pantalla.

— ¿Hola?
— ¡Por el amor de Dios, Hannah! ¿Dónde estás?— es Christian.
—Necesitaba estar tranquila. Vine a ver a mi padre.
— Me tenías preocupado, Hannah. Te seguí y cuando llegue a recepción, la señorita Williams me dijo que acababas de tomar un taxi pero no sabía a donde ibas, solo vio que ibas muy mal. Voy por ti ¿en que cementerio estas?
—No es necesario, Christian. Acabo de tomar un taxi que me lleve a casa. — sin más, cuelgo el teléfono. No quiero que corrompa el único lugar en el que puedo pensar con claridad. Todavía no es momento de mostrarle el lugar sagrado donde descansa el cuerpo de mi padre.

...

Llego a casa sin hacer ruido. Logro ver a mi madre recostada en el sofá dormida. Subo lo mas lento posible para evitar que las escaleras crujan.
Me dirijo directo al baño, necesito tomar una ducha rápida. Aún es muy temprano para dormir. Antes de abrir el grifo, enciendo mi celular y lo dejó encima del lavabo. El agua tibia me relaja muchísimo. Escucho mi celular sonar un par de veces, mensajes de texto. Después empieza a sonar el ringtone de llamada, me asomo a ver quién me llama y es Christian. Rechazo la llamada. —Lo siento tanto, Christian. Tu padre tiene razón.

Solo Basta Una MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora