OCHENTA Y SIETE

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[narrado]

Esa era su ultima noche en Chile, al otro día el Max tenía que volver a Italia y tenía puras ganas de volver a su casa junto a la Janis y quedarse allí por el resto de su vida.

Pero también estaba su carrera, esa oportunidad no aparecería otra vez, no podía desperdiciar la oportunidad de su vida y tampoco quería dejar a la weona que amaba.

-¿Ya estas listo? -dice el Javo entrando a la pieza del Max.- El Dano ya esta listo, recemos pa que sea cierto eso de que su licencia es de verdad y no sea una trucha.

El Max rió un poco, agarro su chaqueta y bajo junto al Javo.

La Janis estaba riendo con la Cona y la Vale, se detuvo a oír esa preciosa risa que él tanto amaba.

-¿Listo? -dice la Belu arreglándose el pelo.

El Max asintió y salio de la casa seguido por todos sus amigos, esa era su noche de despedida e irían al lugar donde solían ir cuando ya no querían estar en un carrete o querían pasarla bien sin tener que estar en la ciudad.

Todos subieron en la camioneta del Dano, unos en la parte trasera y otros en la cabina.

El Jano saco una botella de cerveza y le saco la tapa, se la extendió al Max y este la tomo sin rechistar, dio un trago largo y miro el cielo. Las estrellas ya estaban decorando el cielo y mientras más se alejaban de la ciudad, más se veían.

Cuando llegaron todos bajaron y la Xime bajo la vieja radio que habian comprado entre todos, puso la radio y todos se sentaron en aquel barandal de madera que estaba tallado con sus nombres.

-El Jano y la Anto deberían escribir sus nombres... ahora son parte del grupo. -dice el Dano sacando una navaja de su mochila.

-¿Qué clase de persona eres? -pregunta entre risas la Xime.

-¡Soy el maldito choro! -dice el Dano riéndose.

Todos largaron carcajadas mientras el Jano y la Anto escribían sus nombres en el barandal de madera.

Al terminar de escribir ambos se volvieron a sentar, la Anto abrazo por los hombros a la Cona y esta apoyo su cabeza en el hombro de esta.

-¿Creen que sigamos siendo amigos aún siendo grandes? -dice la Janis mirándose las zapatillas.

-Siempre. -responde el Max mirándola detenidamente.

La Janis levanto la cabeza de golpe y le sonrió al Max, todos comenzaron a corear el típico ¡beso, beso!.

La Janis se puso como un tomate y el Max se levanto del barandal, camino hacia la Janis y la agarro de los cachetes.

-Te amo. -susurro antes de besarla.

La Janis no sé hizo esperar y lo beso de vuelta. Esa noche el Max tomo una decisión, no dejaría que nada acabara con su relación con la Janis, ni siquiera la distancia.

Te sigo amando, weon (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora