Blame on me

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"Hablan mucho de la belleza de la certidumbre como si ignorasen la belleza sutil de la duda. Creer es muy monótono; la duda es apasionante." – Oscar Wilde (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés.

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Lola se sentó en la limusina sin tener la más mínima idea de que acababa de suceder. Sebastián la había llevado de la mano todo el tiempo, protegiéndola y sacándola de una situación difícil. Era la primera vez que alguien tenía esas atenciones para con ella. Fue esta la razón por la que le fue fácil, al menos en relación a veces anteriores, aplacar su respiración a la normalidad. Cuando Chloe entró en la limusina, un suspiro cansino hizo a todos sentirse desesperanzados. La mujer rubia sabía que habría objeciones a lo que ella tendría que hacer, pero no esperaba lo que sucedió. Debía encontrar una forma en la Lola no saliera corriendo de aquella situación, aunque no la culpaba si acaso ya no quería relacionarse con la familia Agreste tras aquel número.

Para su suerte, Chloe no tuvo que decir nada para evitar que Lola los abandonara. Emma llegó corriendo cuando la limusina se disponía a arrancar y dejar la mansión. Se puso frente al vehículo dejándoles sin opciones. Todos los que se encontraban en la limusina se sintieron extrañados por la actitud pues a la mínima distracción por parte del chofer, Emma hubiese acabado en el hospital. Apenas comenzaba a oscurecer y Emma se acercó, cual león enjaulado, a la puerta de la limusina.

—¡Lola! —gritó apenas pudo poner un pie dentro—. ¡Prométeme que seguirás siendo mi mejor amiga!

Lola no supo que contestar. No tenía la más mínima idea de cómo sentirse. El tono con el que Emma le decía aquellas palabras se parecía mucho a una orden, pero sus ojos le decían lo contrario. Que sus palabras surgían de la más pura preocupación por perderla. Lola no supo qué movimiento hizo para provocar la siguiente reacción de Emma, por que esta se arrodillo frente a ella con el vestido de marca manchándose un poco con el polvo del piso de la limusina.

La verdad es que Emma estaba desesperada. Había probado por primera vez en toda su vida la adorable experiencia de una amistad, o al menos, lo más cercano a una amistad. Se estaba humillando sin ponerse a pensar en ello y por primera vez en su vida la humillación pública no le preocupaba. Las manos de Emma tomaron las de Lola quien había entrelazado sus dedos sobre sus muslos, la joven rubia cerro sus ojos sintiendo que el mundo se le iba hasta los pies cuando observo en el rostro de Lola la negativa.

Pero Lola no pensaba decir que no, en realidad, no podía pensar en nada. Su corazón latía a un ritmo irregular y nuevo, delicado y lleno de felicidad. Alguien se preocupaba por ella, por su presencia, la estaba poniendo en un pedestal que Lola sabía no merecía ni merecería nunca. Aceptaría su amistad con los ojos cerrados y en completa oscuridad si con ello siguiera sintiéndose así de amada.

—Está bien —Lola se encontró diciendo aquellas palabras sin siquiera quererlo.

Emma la observó alejando su cuerpo un poco de la chica, esperando comprobar que sus palabras venían desde su corazón y no desde la presión social. No supo cómo o porque se encontró abrazándola con fuerza. No tenía de conocerla ni un día y ya la sentía muy cercana.

—Te veré mañana en la escuela —contestó Emma con una sonrisa muy amplia.

Con eso Emma salió de la limusina y cerró la puerta dejando a los pasajeros desconcertados. Mientras la azabache entraba en la mansión con una sonrisa de satisfacción que ni el próximo reproche de su padre le podría quitar, la limusina abandonaba la mansión con dirección a la "Academia de Música Euterpe" donde Juleka se encontraba. Dentro de la mansión, Emma solo observó al hombre empresario que estaba buscando con quién desquitar su ira. Quizá lo que más hizo enojar a Adrien fue que su hija no quitará su enorme sonrisa durante aquella pelea.

Regrets ||Miraculous Ladybug|| #ChangerMLBFandomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora