Versión 1 de la historia

1K 22 0
                                    

*Marco*

A estas alturas del año me había cargado mis enésimos auriculares. No creo que sea especial, a todo el mundo le ocurre, pero es una cosa que me molesta y mucho. Da igual que me haya gastado cuatro euros que una cantidad indecente de dinero, en cuanto me quiero dar cuenta, solo suenan por un oído. Por ello, a mi también enésima queja en el vestuario aquella tarde de partido, mis compañeros me recomendaron que me pasara a unos inalámbricos. "Es que la calidad de sonido no es la misma que con el cable", les insistía yo todavía cabreado por el largo viaje desde Madrid escuchando mi playlist de mala manera. Total, que acabaron convenciéndome para que buscara un modelo híbrido que permitiera escuchar música con el cable o con el bluetooth. Al menos los cascos no quedarían inoperativos y de romper el cable, con cambiarlo era suficiente.

Salí de entrenar, me senté en el coche y me quedé mirando al infinito. Hacía una tarde fea, oscura y con lluvia, de esas que invitan más a quedarse en casa disfrutando de la tormenta a través de la ventana... los auriculares podrían haber esperado, pero la nevera estaba vacía. 

Entré en aquella gran superficie y comencé a moverme rápido por los pasillos buscando salir de allí lo antes posible y volver a mi casa a descansar. Entre unas cosas y otras, esta semana se me había hecho muy larga. Por suerte había poca gente. 

Había metido un montón de cosas en el carro y mientras repasaba mentalmente si me dejaba algo esencial, me aproximé al pasillo de tecnología. Y allí la vi.

Me gustaría decir que fue como ver un ángel, que no había visto mujer más hermosa en la vida, que parecía una modelo... pero no. Era bonita, sí, no estaba mal, de acuerdo, pero era muy normal. La miré durante un par de minutos como a unos 20 metros de distancia apoyado en el carro de la compra. Yo diría que tenía unos 30, puede que algo más, y paseaba nerviosa una y otra vez junto a los ebook mientras hablaba por teléfono. A ratos respondía a carcajadas forzadas y cuando permanecía en silencio levantaba la cabeza mirando al techo y disimulando que estaba llorando. Entre esos arrebatos de bipolaridad, sin darme cuenta empecé a imaginarme una vida a su lado. El cómo sería verla despertarse por las mañanas, cómo sería verla maquillarse para ir al trabajo, cómo sería besarla al final de un partido, cómo sería verla leyendo en aquellos ebook al llegar a casa cansado, cómo sería darle las buenas noches... o cómo sería escucharla reír o llorar por mi culpa.

Repentinamente salí de mis absurdos pensamientos cuando la vi girarse y sobresaltarse al verme mirarla. Se giró como buscando a alguien, volvió a mirarme, colgó el teléfono, lo guardo en su bolso y rápidamente se alejó.

- ¡No tengo nada para desayunar! - Exclamé en voz alta y yo también salí con celeridad de aquel pasillo. 

Posteriormente recordé que había ido a comprar unos auriculares y tuve que volver, casi más preocupado por volver a verla que por el descuido que me habría condenado un viaje más a escuchar música de aquella forma tan desagradable. Pero como era de suponer, no estaba.

Pagué la compra y bajé al aparcamiento empujando el carro a la vez que miraba con pereza las notificaciones en mi teléfono. Y allí, junto a la puerta estaba ella otra vez, con una mano en la cintura y la otra sobre la cabeza. Su expresión era una mezcla de frustración y confusión. 

- Perdona ¿Te encuentras bien? - le dije.

Se sobresaltó. Creo que fui excesivamente brusco para lo distraída que estaba.

- Sí, es solo que no recuerdo dónde he aparcado mi coche.

- ¿Quieres que te ayude?

- No, muchas gracias, solo tengo que pensar un poco y a ti se te va a descongelar la compra. Gracias igualmente. Tengo que irme, Marco.

La miré alejarse en la dirección contraria donde estaba aparcado mi coche, tan absorto que tardé días en darme cuenta que me había llamado por mi nombre. Al final tenía razón y se me descongeló la compra. Al menos ya está claro lo que voy a cenar hoy.



Dos líneas paralelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora