Capítulo 6: El hada madrina, la carroza, el príncipe y la zapatilla

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Me sentí muy avergonzada cuando me acerqué a José y a Kata para pedirles permiso para asistir a la fiesta.

-Trabajas para nosotros, no somos tus padres. Después de que los niños se duermen eres libre de hacer lo que te plazca.- respondió José sonriendo como siempre.

-¡No puedo creer que te hayan invitado! Es una de las fiestas más exclusivas que se haya realizado antes en la isla.- agregó Kata sumamente emocionada.- Toda la alta sociedad de Altea e importantes invitados internacionales vendrán. La inauguración de ese hotel supone una gran ayuda para la economía turística de este lugar.

Sabía que ella moría de ganas por enterarse de cómo había conseguido una invitación para el evento del siglo, pero guardó silencio educadamente.

Aún seguía algo deprimida por lo sucedido con mi libro, pero no podía permitir que algo como eso arruinara mi noche.

Subí a mi habitación e inmediatamente me dispuse a revisar mi closet, sabía que a la hora de preparar mis maletas el buen gusto había prevalecido y había traído conmigo un par de lindos vestidos de coctel.

Saqué primero el vestido turquesa que había comprado el año pasado en una tienda del centro comercial.

Como esperaba el vestido me quedó perfecto, su llamativo color me haría resaltar. Pero aún así no lo consideré apropiado para la ocasión.

Hurgando un poco más conseguí un lindo vestido strapless de color negro que había usado para el cumpleaños de Lisa. Sin duda alguna ese color me daba un toque más elegante, pero no me sentía convencida del todo.

Tiré ambos vestidos sobre la cama y me enrolle en la toalla de baño. Estaba comenzando a estresarme. Las palabras de Kata seguían rondando mi cabeza: "Una de las fiestas más exclusivas de la isla". Tenía invitación, pero no tenía que ponerme.

Escuché un par de golpes en la puerta.

-Pase.- vociferé.

Kata se asomó tímidamente.

-¿Cómo van los preparativos para el gran evento?- preguntó suavemente.

Le dediqué mi mejor mirada de preocupación.

-¿Qué ocurre?- indagó nuevamente mientras entraba a la habitación y cerraba la puerta.

Me tiré sobre la cama y comencé a quejarme.

-¡No tengo absolutamente nada que ponerme!- exclamé.

Sentí como se acercaba hasta la cama y tomaba ambos vestidos para luego obsérvalos detalladamente.

-Lindos, pero no apropiados.- ilustró para luego colocarlos nuevamente sobre la cama.- Levántate.- me exigió.

Entregada totalmente a la desidia, me levante de la cama. Ella dio una vuelta alrededor de mí observándome detenidamente.

-Creo que tengo algo que te puede servir.- comentó luego de un corto silencio.

Alcé la mirada llena de esperanza.

-Ven conmigo.- pidió tomándome de la mano y llevándome hasta su habitación.

Eran aproximadamente las 6 de la tarde y en la casa no había ni rastro de Alejandro. Luego de que José abandonara mi habitación, prometiendo que se encargaría de todo, no se escuchó ni un solo grito ni reclamo y como por arte de magia Alejandro había desaparecido.

Para ser honesta, estaba bastante extrañada pero me daba igual.

Nuca antes había entrado a la habitación de Kata y José. Era bastante amplia y pintada en un lindo tono crema. En mitad de la habitación tenían una enorme cama matrimonial con barrotes de madera oscura, forrada en un edredón beige de algodón. A la derecha tenían un closet enorme y en la pared del fondo, al lado de la puerta de su baño privado, una peinadora antigua.

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