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A Manuel lo despierta el sonido de la puerta de su habitación siendo brutalmente golpeada una mañana de martes.

Manuel gruñe molesto, porque con suerte son las siete de la mañana y está lo suficientemente cansado como para dormir todo el día.

No piensa levantarse, no piensa ni siquiera moverse, así que en la misma posición en la que se encontraba durmiendo, y con los ojos aún cerrados, grita un suave "pase", mientras acomoda aún más su cuerpo alrededor de las tibias mantas.

Pero no importaba cuanta paz Manuel fuera capaz de sentir en su cama, siempre hay alguien que la arruina.

—¡Manuel! ¡Mira que tienes que llegar a trabajar a las ocho y sigues durmiendo! ¡Chileno birlocha, malparido! ¡Hijo de la flauta, sal de la cama que vas a llegar tarde!

Julio Paz solía, irónicamente, quebrantar toda la paz que Manuel era capaz de sentir en cualquier minuto.

—¡Si no te levantas ahora mismo, juro que yo mismo te rompo el hocico y te llevo de vuelta a Chile, maldito asno nabo!

Manuel volvió a gruñir y volvió a acomodarse en su cama. Abrió los ojos un poco, lo suficiente como para notar lo mucho que Julio parecía esperar que se levantara e hiciera algo consigo mismo.

Manuel le dio la espalda a Julio y volvió a cerrar los ojos, listo para dormir.

—Chao—susurró.

—¡Chileno trolo! ¡Maricón!

Manuel estaba un poquito disgustado con todo el griterío de Julio, pero la verdad estaba lo suficientemente cansado como para dejarlo pasar y simplemente dormir. Pero Julio no piensa igual que Manuel, y en vez de seguir gritándole, se apresura en quitarle todas las mantas de encima y tirarlo de la cama directo al piso con una patada.

—¡Puta la hueá!

—¡Levántate!

Manuel se levantó del piso y se sobó la cabeza. Hizo una mueca y gruñó nuevamente, caminando hasta quedar frente a Julio.

—¿Tú no podis' pedir las cosas con amabilidad?

Julio se veía enojado de por sí todo el tiempo (Manuel suele decir que tiene una cara de poto a cada segundo y que siempre tiene esa expresión de querer matarlo, burlándose de ello aún si a él siempre le dicen lo mismo), pero en ese mismo minuto Manuel juró que Julio iba a gritar y, tal cual bomba, todo a su alrededor explotaría.

—Amabilidad es lo que te voy a meter por el orto Manuel.

Manuel sonrió y le tiró la oreja a Julio con irónica suavidad, mirándolo casi como si ahora él fuera la bomba en la que estaba pensando.

—Tan dulce mi vida.

Julio golpeó la mano de Manuel y señaló el baño de la gran habitación del chileno. El sol de primavera le daba justo en el rostro, iluminando sus ojos oscuros y su piel morena, haciendo que sus cejas fruncidas se vieran con mayor claridad.

—A bañarte. Tenemos trabajo que hacer.

Y aunque Julio Paz sólo llegó a interrumpir su paz y a provocar una mañana desastrosa, no podía evadir ni al trabajo ni al carácter de su representante.

—¿Ya has visto casa en España?

—Sí.

—¿Ya has pensado en qué hacer con esta?

—Venderla tal vez. Quizás la vaya a dejar, por si alguna vez los cabros chicos quieren venir a Italia y todo.

—¿Ya has empezado a empacar?

Manuel rodó los ojos y golpeó el bolso que iba en su regazo.

—Falta un mes, Julio.

El boliviano desvío la vista del camino delante por fracción de segundo para ver a Manuel por el rabillo del ojo.

—Y pasará volando, Manu.

Manuel se mordió el interior de la mejilla al oír a Julio llamarlo de esa manera.

Si alguien le preguntara, Manuel no diría que Julio es su amigo con totalidad. Diría que se lleva bien con Miguel, y que es un buen representante y confía mucho en su juicio y trabajo, pero llamarlo amigo como tal es duro, es raro. Y aún si lo fueran, aún si confiara en él tanto como en Miguel o en su madre, Manuel es tan ajeno a las muestras de cariño que cuando las recibe (aún en un pequeño apodo), el mundo colisiona para él y no sabe cómo actuar.

—Sólo esfuérzate hoy y por la tarde hablaremos de todo el contrato con el Barça y la mudanza, ¿Sí?

Manuel asiente, en silencio y con una expresión seria, pensando en como Julio, aún con su carácter pesado y sus maneras bruscas de tratarlo y despertarlo, puede llegar a ser tan suave y dulce por momentos.

—¿Te veo a la once?—pregunta Manuel entonces, con la voz baja y ronca.

Julio hace una mueca parecida a una sonrisa mientras abre las puertas del auto con un botón.

—Como siempre.

Entonces Manuel se baja del auto con una sonrisa pequeña y asiente, colgando el bolso al hombro y caminando a las puertas del centro,  dónde sabe, el Diablo lo espera y debe dar lo mejor de sí.




YOU'RE MY, OH, MY, WHAT A GIRL

estoy re sufriendo porque mañana tengo prueba de matemáticas y me pasé toda la semana flojeando y quejándome y no me sale ni un ejercicio bieeeeen.

he querido actualizar esta historia toda la semana porque de verdad no saben lo mucho que adoro escribir al Manu y al Martín. estoy japi japi escribiendo de ellos.

les deseo la mejor de las semanas, que les pasen puras cosas lindas y escuchen las mejores canciones del mundo (aka mi only one ah) y que sean muy muy felices esta semana y siempre.

all da lov <3

Pd: siento que se vean los guiones cortos :( escribo del cel y no sé cómo arreglarlo

Pd2: webee más que la chucha para poder dedicar el capítulo pero en serio, guatpad desde el cel vale kk, así que el capítulo va dedicado a DulceDeMiel porque honestamente me súper anima a seguir 💖

Between |ARGCHI|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora