Nuevos sentimientos

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Al parecer el rumor sobre el enfrentamiento entre los dos magos, por los pasillos de Hogwarts había corrido por todo el castillo. Pero lo que nadie sabía era el motivo de esta disputa. Nadie sospechaba que detrás de todo esto había una única culpable pelirroja y de ojos verdes. Las chicas comentaban entre ellas que se había debido a una chica. Y no podían evitar sentirse celosas por la afortunada que había conquistado el corazón del merodeador. Pero aún así no dejaban de soltar risitas nerviosas y suspiros cada vez que el muchacho pasaba al lado suyo, cosa que le estaba empezando a desquiciar.

A partir de los acontecimientos ocurridos desde entonces, Lily no podía evitar pensar en que el castaño se había tomado demasiadas confianzas. Últimamente no hacía más que sobresaltarla por los corredores de los pasillos y de las escaleras. Pero no lo hacía de una manera tosca y violenta. Todo lo contrario. Al parecer, la forma en la que lo hacía era lo que más molestaba a la muchacha. Se acercaba por detrás suyo sigilosamente, mientras ella caminaba de manera distraída, y la agarraba de la cintura para instarle un pequeño beso en el cuello, tras lo cuál salía despedido en otra dirección, por lo que a la ojiverde no le daba tiempo a protestar. La chica pensaba que quien los viera debía pensar que se trataba de otro de esos encuentros rutinarios entre clase y clase de una pareja más víctima del la ingenuidad del amor adolescente.

Pero sus impertinencias no llegaban hasta tal punto. Lily, cómo había prometido, había ido a verle entrenar al campo de Quidditch. Y, acompañada de Sam, se dispuso a verles jugar para soldar su trato con el castaño. Sin embargo, no había esperado ver lo que vio. James al darse cuenta de que su pelirroja había venido a verle entrenar no dudó en motivarse y hacer el juego de su vida. Pero poco minutos antes de que las chicas se marcharan, éste con previa ayuda del merodeador misterioso: Sirius Black, lanzó un conjuro con su varita para que de su escoba saliera vapor de agua rosa a medida que éste avanzaba con ella por el campo. Cuando la muchacha pudo darse cuenta, el castaño se encontraba dibujando un corazón gigante en el cielo de los terrenos del castillo con las iniciales: "L.E." escritas dentro de él. La chica no pudo evitar sonrojarse al ver aquella obra de arte tan inesperada y cursi. Las chicas que iban a ver jugar al equipo habitualmente le lanzaron miradas asesinas llenas de rencor, pero la pelirroja no podía pensar en otra cosa más que en la sonrisa seductora de suficiencia que le dedicaba el moreno desde lo alto del campo de Quidditch. Desde esa distancia pudo observar cómo Sirius y los del equipo lo felicitaban por su acto y le daban palmaditas en la espalda, mientras que Sam no paraba de reírse y anunciar que le recordaría lo ocurrido toda la vida.

Si bien las insinuaciones en el campo no habían sido suficientes, el castaño volvió a hacer otra de las suyas en la clase de Encantamientos. El profesor Flitwick había mandado a los alumnos escribir con pólvora dorada en la pizarra de la clase. Sin embargo, habían sido muy pocos los que habían conseguido toda la concentración necesaria para llevar a cabo la tarea. Severus Snape fue uno de ellos. LLegado su turno apuntó con su varita de manera decidida hacia la pizarra y dibujó el símbolo de Salazar Slytherin en ella. Unos cuantos quedaron asombrados e incluso vitorearon la hazaña del chico y otros se dedicaron a mirarle con rabia y odio. El siguiente turno fue el de Lily, la cuál estaba demasiado nerviosa, pero a pesar de esto consiguió trazar una diminuta estrella dorada en la pizarra. Volvió a su sitio un poco decepcionada mientras el profesor Flitwick felicitaba a Snape por lo conseguido y otorgaba 100 puntos a la casa de las serpientes. La muchacha creyó ver una sonrisa burlona en el chico. Pero entonces le llegó el turno a James. La chica seguía ensimismada en su asiento hasta que se percató de lo que el castaño estaba escribiendo. Las chicas, una vez más, soltaron unas cuántas risitas nerviosas y la clase no pudo evitar soltar comentarios inoportunos y elogiadores mientras aplaudía con ganas. En la pizarra se podía leer en un tono dorado: "Sal conmigo, Evans". La pelirroja creyó morirse de vergüenza. En en ese momento supo de antemano que su cara estaba casi o más roja que su cabello. Sin embargo; el profesor no parecía enfadado por el rumbo que había tomado su clase. Por el lado contario; se encontraba emocionado ante la ingeniosa idea del muchacho y otorgó otros 100 puntos a la casa de Griffindor, no sin antes guiñarle un ojo a Lily. "Tierra, trágame" pensó la chica. "Verás cuando se lo cuente a Sam" se recordó al darse cuenta de que debía prepararse para las burlas de su amiga una vez ésta saliera de Adivinación.

Caerás en mis redes EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora