Capítulo 3

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Lucca

Hoy me desperté mejor que nunca, así que decidí salir a correr con los audífonos en mis oídos, estaba escuchando Black in Black de AC-DC una de mis canciones favoritas. Al llegar a casa tomé una rápida ducha y luego prepare mi desayuno que hoy sería unas ricas tostadas con un fresco jugo de naranja.

Tenía la esperanza que hoy todo iba a salir de maravilla el clima estaba soleado, pero no de ese sol sofocante que te impide salir de tu casa, todo lo contrario era un solo abrigador, que motivaba , que pedía a gritos salir con tus amigos a una piscina o simplemente ir al mall por un helado, lástima que no tengo amigos.

No me voy a poner a llorar porque no tengo amigos, es sábado e iré a vistar la tumba donde estaba sepultado mi padre, hace tiempo que no voy a verlo, presiento que esto ayudará a que mi alma se tranquilice por unos instantes, caminé hasta llegar al cementerio de mi pequeña ciudad, cunado llegué a mi destino me percaté que había flores secas adornando la tumba de mi querido padre, me dolía tanto no tenerlo, él me cuidaba y me protegía, siempre estaba ahí para mí, me abrazaba cuando mis pequeños brazos tenían frío, y sobretodo amaba a mi madre y nunca la maltrataba; no era el padre perfecto, pero por lo menos me quería.

Me sentía miserable al ver la tumba toda sucia y maltratada así que decidí limpiarla toda la mañana, cuando di por mi trabajo por terminado, decidí que lo mejor era ir por algo de comer, al salir del cementerio una lágrima resbalaba mi mejilla, mil recuerdos felices junto a mi padre rodeaban mi memoria, cuanto deseo aunque solo fuera un momento verlo a los ojos y decirle cuanto lo amo, pero no era posible. Él ya no estaba.

Algo nostálgico caminaba a una cafetería cerca de donde estaba, pedí unas donas y un jugo de naranja, ya con mi comida en las manos, salí del lugar, la sorpresa que me lleve fue grade. Era el chico castaño con rizos que ayer me hizo sentir mal, claro que él  no lo sabía, pero hoy me vengaría...

-Pero miren a quien tenemos por aquí... Es el chico bravucón de la escuela.-dijo él haciendo que perdiera la cordura.

-Hablo el chico con la nariz quebrada.- Hable yo refiriéndome al daño que le había causado hace horas.

-Gracias a tí, mis padres me castigaron- dijo molesto.

-Pues es tu culpa por meterte en donde no te llaman.

Quiso lanzarme un puñetazo en el estómago, pero apenas trato acercarse a mí, el jugo y las donas que había comprado hace un rato cayeron en su ahora sorprendido rostro y en su costosa ropa.

-Lo siento- dije irónico, y antes que el muchacho dijera algo decidí salir de ahí con una sonrisa ladina en la cara, claro gracias a ese niñato ahora me moriré de hambre.

Mientras yo pensaba en el lastimero destino de mi amada comida no me percaté que el castaño me había alcanzado y exactamente ahora me tenía acorralado en un poste.

-Y ahora que quieres.. talves que te pida disculpas.

-No pero que pequeño te ves acorralado por mi.-gracias a ese comentario malintencionado que hizo el niñato me puse de color rojo, pero no porque me haya puesto nervioso, o bueno talves si.. Pero que estoy pensando, parezco una puberta despertando a sus hormonas. 

-Pero te estas escuchando... YO PEQUEÑO... claro en tus sueños.

-En mis sueños eres mas que pequeño eres mi ratoncito.

No se lo espero pero cuando me dijo eso clavo su tumba, le di un puñetazo en el estomago y me solté de su lastimero agarre, salí corriendo como si mi vida dependiera de ello, porque el castaño no se quedará con los brazos cruzados, y la verdad, estoy muy cansado para enfrentarlo.

-¡Me la pagaras pulgita, nadie se mete conmigo!- grito, pero yo ya estaba bien lejos, como para hacer caso a sus amenazas.

My PunishmentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora