Capítulo 9

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Las cuerdas del banjo combinadas con la flauta y gaita, sonaban en un ritmo perfecto, aunque era casi difícil de oír la tonada que producían por causa del alborotado ruido que sucedía alrededor, gritos y más gritos peleas y algunos bebedores que veían con gracia a dos corpulentos hombres teniendo una tremenda lucha sin sentido, algunos alentaban a los dos sujetos mientras que a los demás no les interesaba en absoluto.

Había un montón de gente en el lugar bebiendo, cantando, varios tenían a algunas mujeres de aspecto incitante, muy provocadoras sentadas en sus piernas, hablándose de forma coqueta, otros al parecer tenían una partida de cartas apostando sus oros y otras cosas de valor, en una de las partidas fue ganando la joven rubia, teniendo full en mano una jugada ganadora que dejaría a su contrincante absolutamente sin nada, mostró las cartas poniéndolo en la mesa dejando que su retador observará igual que los demás espectadores, rendido el hombre arrojó con brusquedad los suyos, había perdido con escaleras, la capitana tomo el botín que había ganado riendo en la cara del sujeto.

Peridot: Jajaja suerte para la próxima.

—¡Maldita!, hiciste trampa no es hací.

Peridot: ¿Yo, hacer trampa? por favor, tu eres el que no sabe ser un buen perdedor y aceptar que yo gane

—¡Estúpida, que dijiste!.

Peridot: ¿Qué?, ahora también perdiste tu audición.

—Maldita zorra, te mataré.

El hombre decidido a darle lo que se merecía a la joven, arrojó la mesa aun lado, levantándose se acercó a ella pero ningún tipo de miedo se presentó en los ojos de la escandinava, cuando el sujeto dio el primer golpe, no logro nada ya que la rubia lo había esquivado, tomándolo del antebrazo y con el cuchillo que tenia en su cinturón lo plantó justo en el pecho.

Peridot: Sucia escoria–"observó el cuerpo inerte que yacía en el piso"–bien jeje ¡¿quien quiere más tragos?! ¡yo pago!.

Todos los presentes gritaron eufóricos, mientras el cantinero cargaba más del néctar en los vasos de madera y sirviéndolo a todos, la música lo tocaron aun más alegre, llenando de vivacidad la gran taberna.





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La luz de la luna era su única guía por el sendero de tierra que dirigía al bosque, caminó hasta introducirse, miraba a ambos lados de sus hombros, sujetó más fuerte la tela de su atuendo para que el viento no se la llevase, podía percibir un silencio sepulcral, eso hizo que la piel se le erizara, las ramas de los árboles crujían entre sí, las hojas secas eran movidas por el viento que soplaba, la luz del cielo proyectaban sombras que parecían ser dedos, dedos largos, huesudos y deformes, se oía el aire silbando, no podía distinguir bien el camino por la razón que no había luz suficiente en la parte donde más se adentraba el sendero.

Con temor, siguió adelante caminando un poco despacio, la aterradora sensación que sentía hacia querer gritar a la chica, los pasos que daba se hicieron más rápidos pero no llegando a correr, caminando y caminando piso una rama seca haciendo que el sonido que hizo al romperse bajo su pie fuera lo suficientemente fuerte para asustarla.

Alejó su pie rápidamente de la pequeña vara y solo la quedo mirando por un momento, no podía creer su gran idiotez al haberse asustado con algo así, que tonto pensó y puso una sonrisa restregando su mano por su cara... El sonido de un búho  la hizo mirar hacia los árboles viendo que permanecía posado en las alturas de un gran árbol de laurel, quedo observándolo hasta que al parecer hizo sentir incomodo al ave donde este desplegó sus alas y fue a algún otro sitio donde una extraña no lo este mirando, decidió retomar su camino y avanzar al profundo bosque.

Bárbaros entre Reyes (CORRIGIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora